miércoles, 29 de septiembre de 2010

Pinchitos (O comer contigo fuera de casa)

Amor:

Ayer fue nuestro aniversario de bodas. Ocho años de casados. Dieciocho juntos. Más de la mitad de nuestra vida hemos estado acompañados el uno por el otro.
Ayer nos escapamos corriendo de la mano, en día de diario en un descuido de la nena y su yaya "no te puedes venir, cariño, porque es una cita de novios de papá y mamá", y corrimos a ver los escasos dos puestos que vienen por las fiestas de nuestro pueblo, recordando que hacía 8 años en ese momento cenábamos con nuestros amigos pinchos y tapas aún vestidos de novios, después de nuestra boda mañanera.

Y ayer nos sentamos en ese bar remodelado, que tantos cafés de 90 pesetas y pinchitos de salchicha con bacon de 30 pesetillas nos vió comer en los ratillos que adolescentes, arrancabamos como ayer, en día de diario, para contarnos por horas nuestras cosas.

El bar no tenía nada que ver con el de antaño, pero ayer, como entonces, no corrimos más, y aceptamos lo que la carta traía. Nuevos pinchitos, más elaborados y en plato fino. Los que ahora, aún sin ser ricos, no podíamos ni soñar con nuestro bolsillo de paga semanal paterna adolescente. Aquellos pinchitos de 30 pesetas...Aquellos que aunque repitieramos en casa, no salían igual (Cortar salchichas gordas de paquete de una medida tan larga como el ancho de una loncha de bacon. Envolver el trozo de salchicha en bacon, pinchar con un palillo. Freir, encomendarse a San Colesterol bendito. Comer)

Ayer comíamos los nuevos pinchitos, mucho más sanos y sobre tostas y hablábamos. E hicimos un somero balance de este año. Muy breve. Muy corto. Me dijiste que no hacía falta. Que eres feliz y tu vida es plácida. Ya sé que no es tu canción favorita, pero yo no puedo evitar sentirme así, porque cariño, puedo ver tu halo, y sentir como me envuelve en todo momento, incluso cuando no estás a mi lado porque estamos haciendo eso que se llama vida cotidiana.



No pueden ser 18 años. Dieciocho años no son nada, no han podido pasar así de rápido. Dieciocho años. Es que fue ayer....Lo hemos pasado bien, lo hemos pasado mal, y también lo hemos pasado regular. Pero amor, no cambiaría ni un sólo día de estos 18 años contigo. No dejo de reenarmorarme de ti.
No puedo dejar de ver tu halo, y sentir tu abrazo.

domingo, 26 de septiembre de 2010

La historia del Redondo de Ternera I (o las mil y una recetas)


Tengo por costumbre comprar mucha carne en mi carnicería habitual y congelarla en paquetes que vamos sacando para consumir. Lo mejor siempre es sacarlo con tiempo para que se descongele sólo. Lo ideal, en la nevera...si hay prisa, fuera de ella. Y si nos ha pillado el toro: en el super-descongelador, o sea, el microondas. Tengo que decir que soy una estupenda descongeladora de micro. El truco está en ponerlo de pocos en pocos segundos e irle dando la vuelta y cambiarlo de posición para que no se haga ningún borde.

Cuando estuvimos comprando la última vez el carnicero me ofreció un estupendo redondo de ternera. Más de 2 kilos pesaba. Cierto es que luego merma, y no queda ni mucho menos en tanto, pero siendo nosotros dos adultos y nena, aunque de buen diente, se me hacía grande. Así que el carnicero me propuso cortarme unos filetillos de el principio para hacerlos aparte.

Perfecto pensé. Los estiraré en casa, y con ellos haré unos estupendos San Jacobos, bueno, quiero decir, Cordon-Bleu caseros para chuparse los dedos.

Y con este post inicio una larga saga de ellos, porque hay que ver como nos ha cundido el redondo, ya desde antes de salir de la carnicería.

La primera receta que saqué por tanto de este redondo fue Cordon-Bleu caseros. Yo hice 6, con los 6 filetes que me sacó el carnicero allí, aunque luego con el relleno quedan muy grandes y llenan mucho.

Los filetes han de ser finos, pero no demasiado. Yo los congelé, porque la carne del redondo es bastante prieta, que quería, que como el pulpo, rompiera algo de estructura.

Días después los descongelé, les quité el reborde, que es un poco duro y me iba a impedir "amasar" la carne. Golpeé cada filete uno a uno. Si tenemos maza de cocina, con él, y si no, con el mismo rodillo con el que lo vamos a estirar con mucho cuidado de que no se nos abra ningún agujero en ella.

Lo siguiente es bien sencillo:

Colocamos una loncha pequeña, o media grande (que no sobresalga) de jamón serrano finito (sí, estoy embarazada, pero esto como se iba a freir juas-juas-juas) y un poco de queso mozarella o cualquier otro que tengamos en lonchas, y que funda. Poner si nos gusta un poco de orégano fresco, o cualquier otra hierba que nos guste en el queso. Cerrar en sobre (si lo enrolláramos sería tipo flamenquín, pero con carne no lo recomiendo) Como véis por la foto, a mí por la forma del redondo, al cerrarlo me quedó tipo triángulo-empanadilla que luego adoptó forma de corazón. Repito que lo importante es que no sobresalga el relleno. Sellamos con palillos. Yo siempre pongo la misma cantidad en todos, por ejemplo 3, aunque en alguno no hiciera falta, porque luego quedan muy ocultos con el empanado, y es fácil pegarle un bocado si el número de palillos a quitar por cada uno es variable.

Hice un empanado doble por cada uno con huevo y pan rallado, y los freí durante unos minutos en AOVE para que cogieran el aceite justo.

¡Voilá!

Para una cena "tan calórica" hice la gracia completa con una enorme fuente de patatas fritas que hizo que los ojos de mi santo y de la nena hicieran chirivitas; pues los tengo a dieta de pescado y cenas sanas entre semana. A mi niña la perspectiva de comer "Sansa" (desde muy chica los llamaba sansacobos, unos de jamón york que compraba y que la encantan) le parecía maravillosa. Bueno, yo la dije que en este caso más que sansa, eran cordon-bleu

Cuando vió que dentro tenían carne, que sí, que eran caseros, caseros, aunque la gustaron, al final de la cena me preguntó ¿Y cuando vamos a comer sansacobos españoles mama?

Bueno, y hasta aquí la primera receta del Redondo de Ternera más largo del mundo.

No quiero dejar de poner una nota de agradecimiento a los carniceros, charcuteros, y demás empleados del supermercado donde compré y compro siempre esta carne por sus atenciones cuando me bajó la tensión allí mismo, y casi pierdo el conocimiento. Casi muero después de la vergüenza por llamar tanto la atención, pero ¡qué manera de cuidarme! Un encanto de personas. Entre todos con el aire, la silla, el fresquito para que se me pasara, y santa cocacola fresquita que me dieron, recuperé enseguida el color gracias a sus cuidados.

¡¡Gracias a todas esas personas que hacen la vida más fácil a otras!!

domingo, 12 de septiembre de 2010

Toxoplasmosis, atún y otros (o cosas raras durante el embarazo)




¿Qué es toxoplasmosis dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul?



¿Qué es toxoplasmosis? ¿y tú me lo preguntas?



Toxoplasmosis...eres tú:






Yo no digo que esta belleza tenga toxoplasmosis, pero sí es el máximo representante de lo que debe privarse una embarazada que no está inmunizada contra esta enfermedad, levísima en cualquier persona, pero muy grave para un feto en formación si la madre se contagia durante la gestación (y perdón por mal-usar a Bécquer para esto)

Nos prohiben tomar carnes crudas, o en su defecto, curadas como jamones o embutidos. Tampoc nada que haya estado en contacto con tierra sin un previo lavado especial. Por ejemplo, durante las vacaciones no he podido comer ensaladas fuera de casa, porque no llevaba el lavado en agua con un par de gotas de lejía, o tratamiento similar (que ahora se vende específicamente)
Los expertos no se ponen de acuerdo en si congelar estos productos curados mata el posible bicho o no. Y digo posible, porque muchos otros no creen que sea probable que te infectes durante el embarazo, y menos a través de un gato casero que no sale nunca (sí, también hay que tener cuidado con los gatos y sus deposiciones)
En 35 años (los míos) nunca me he contagiado de toxoplasmosis, lo cual me permitiría en este estado comer de todo. Pese a vivir en un pueblo. En contacto permanente con tierra de todo tipo, en las uñas, en la boca. Pese a comer moras directamente de la zarza. Pese a vivir con una media de 3 ó 4 gatos en nuestro patio, con tierra también y de comer toda la vida embutidos, jamón, lechugas y demás verduras crudas sin lavar con lejía. Pese a vivir después en piso con gatos también, que hacían deposiciones en una caja que yo misma limpiaba. Pese a comer los filetes de ternera semicrudos, además de meterle mano a la carne picada cruda y el huevo crudo con el "arreglo" de antes de hacer las albóndigas.
Es probable entonces que no me vaya a contagiar en estos 9 meses. Ojalá fuera más valiente para tener en cuenta este historial...pero no lo soy, y sigo escrupulosamente todas las indicaciones y "porsiacas".
Que digo yo ¿por qué no nos vacunan contra la toxoplasmosis cuando nos vacunan de la rubeóla?
Pero...¿a cuento de qué viene todo esto? Divago, para no variar. He pensado que de las rarezas y manías durante este embarazo se encuentra la "Semana de...."
¿Qué es la Semana de...? Dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul....

Pues a modo ECI, cosas que me pide el cuerpo (llámense antojos, o lo que sea) y que me hacen embutirme de lo que toca en esa semana. Por ejemplo. Desde las primeras semanas de embarazo me apetecen muchísimo anchoas y pescados azules en general. Así que tengo el congelador siempre lleno de latillas, porque al principio sobre todo, comí muchísimas. Después, aprovechando la temporada, llegó la semana del atún. Comimos atún de todas las maneras: en tomate, de lata en ensalada, a la plancha, con macarrones.

También tuve la semana de los encurtidos, sobre todo cuando más nauseas tenía, y que afortunadamente, sin fallar, se fueron a las 14 semanas. Debí comer unos 5 ó 6 botes de pepinillos en vinagre. Mi santo me dijo que por lo visto se retienen muchos líquidos y me contuve...
En realidad estos "antojos" no me duran una semana justo, sino que se extienden en el tiempo. El cuerpo me pide más huevos de lo razonable, así que cuando tocan ¡es fiesta!
Pero toda esta perorata sólo sirve para presentar mi receta de hoy, aptísima para dietas y que mejora cualquier "plancha"
Pues resulta que tenía yo unos lomos de atún (¿o tal vez era bonito?) hermosísimos. Y los iba a hacer de nuevo a la plancha, con una ensaladita de cangrejo.








Qué soso ¿no? Otra vez atún a la plancha. Así que lo vestí de fiesta.



La ensalada ya estaba hecha: lechuga (lavada con lejía ¡ar!), tomate en medias rodajas, muy finas, y unos palitos de cangrejo cortados.


Se me ocurrió acompañar el atún con una cuasi-reducción de cebolla con Pedro Ximénez, así que corté 2 cebollas finitas y las puse a pochar muy lentamente (es la parte más larga del plato, pero merece la pena el esfuerzo, para éste y para muchos otros) Es importante que la cebolla poche, pero no quede crujiente. Una vez pochada le añadimos un vasito de Pedro Ximénez, o en su defecto, un moscatel que ande por casa. Dejamos que reduzca unos minutos y evapore el alcohol. Normalmente el siguiente paso es pasarlo todo por el chino (¡no turmix!) y nos quedará un caramelo de cebolla delicioso, normalmente ideal para acompañar Foie, o tabla de quesos de untar, muy lucido.



Esta vez yo hice la reducción sin pasarla por el chino: quería la cebolla entera, y así la dejé.

Iba a servirla al lado del atún que ya estaba haciendo a la plancha con una gota de aceite de oliva virgen extra (a partir de ahora AOVE) muy caliente: un minuto por una cara, sin sal, y 10 segundos cuando les demos la vuelta, y aprovechemos para ponerles la sal justo antes de sacarlos para que no nos queden secos.



Y así lo iba a presentar, cebolla junto a atún, y la ensalada al centro para compartir, cuando recordé unos moldes para emplatar que habíamos comprado hacía ya meses, y aún yo no había utilizado.




De esta manera fui colocando los ingredientes que ya tenía preparados: una capa de ensalada, cortada finita y aliñada (AOVE, vinagre de jerez y sal), una capa de cebolla en reducción de vino, varios trozos-filetes de atún a la plancha y otra capa de cebolla. En la foto anterior el molde es cuadrado, y el resultado final es redondo...porque tengo de las dos formas, y probé con ambas. Para mi gusto quedó mucho más vistoso en redondo.



Ya lo véis: fácil, sano, bonito (nunca mejor dicho), aparente y apañao. Me faltaron los chorritos y las goticas esas que les ponen los chefs....pero no se me ocurrió con qué ¡Tal vez la próxima vez guarde un poquito del líquido de la reducción para hacerlo!

Y esto es todo de comer por hoy. Otras cosas "raras" que me están pasando son "la costilla flotante o el aro de sujetador fantasma"...pero eso es otra historia, para otra receta facilona (pero no tan de dieta)

Y lo mejor, es que mi jamoncita cada vez se hace notar más: sigue despertándose antes que yo, dando gloriosas patadas, y avisando que quiere desayunaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaar!!!!

¡Muchos besos para todos!