Acaba al fin al mes en el que hace ya 10 años que te perdimos. El día de tu aniversario, la casualidad nos puso por delante unos magníficos níscalos, de frutería claro, y a 4 euros el 1/4 de kilo. Sonreí pensando en ti. Qué poco o qué nada pagaste tú nunca por unas setas.
Sonreí pensando en la fiesta que se organizaba en casa cuando traías, de tu propia recolección por el pinar tus propios níscalos, o por regalo de algún amigo. Máma (acentuada llana) haciendolos en salsa, y nosotros relamiéndonos mientras se hacían, con ese delicioso aroma y anticipando el sabor. Tú los limpiabas, y mama iba arreglando el guiso para incoporarlos.
Sonreí pensando en nuestra comedia habitual cuando no eran níscalos, y traías algún puñado de setas.
-¿Qué setas son esas?-inquiría mama
-Unas setas que me he encontrado
-Pues yo no las como, ni te las pienso guisar, te mueres tú solo
-¿A que tú si que te las quieres comer conmigo hija?-te sonreías de medio lado mientras me guiñabas un ojo
-Pues claro ¿de donde son?
-Que me las he encontrado-y no te bajabas del burro, nunca reconocías que sabías perfectamente que eran setas de cardo, que no tenían peligro, por supuesto que no.
-Allá vosotros-sentenciaba siempre mama, siguiendo la misma comedia, mirando por encima de las gafas de cerca mientras continuaba la labor.
Picar cebolla, ajo, choricito rico, jamón y bacon si tuviéramos. Lavar lo justo los níscalos. Si los habéis encontrado, como sean, hay que cortarlos con cuchillo y dejar el pie en el monte para que se reproduzcan al año que viene, y los que nos llevemos, ha de ser en una cesta de la que pueda irse cayendo espora mientras paseamos, así favorecemos la reproducción. Si se compran, hay que procurar que sean pequeños mejor que grandes. Los pequeños son jóvenes y tienen más conservado y concentrado el sabor.
Nos sentamos la nena, el santo y yo a disfrutar del cambio de menú en la cena. Hemos salido de nuevo a por más pan caliente para poder mojar bien agusto en la deliciosa salsa que nos ha quedado. En la misma frutería hace un rato, con los níscalos, la nena me pidió caquis para llevar mañana de almuerzo al cole.
Me como el primer níscalo, y el sabor a bosque y a tierra me llenan la boca. Nada como un níscalo para sentir el sabor del otoño.
Pienso en ti, y la casualidad de comer hoy, justo, en tu aniversario, este plato que era tu principal delicatessen. La nena interrumpe mis pensamientos y me pregunta como se llama la fruta que hemos comprado, que no se acuerda:
-Caqui
-Papi, papi, ¿sabes lo que voy a llevar mañana de almuerzo al cole?
-¿El qué, hija?
- ¡CAQUI!
- Ta-termina él
La nena se ríe-nooooooooooo, papá, caqui-
-ta-completa él de nuevo
La nena cree que su padre la toma el pelo, o peor, que es tonto y no la entiende, e insiste:
-Caqui
-Ta-vuelve a terminar su padre, para su desesperación
Y ella insiste, e insiste, e insiste. Y hasta le silabea:
-Mira, papi, di: Ca
-Ca-repite mi santo voluntarioso
-Qui-marca ella, creyendo que toca el éxito
-Qui...ta-vuelve a terminar él
-Nooooooooooooooooo-se lamenta, frustrada y divertida la nena, pero no cejando en el empeño.
Se sofríen la cebollita picada y el ajo en aceite de oliva, y se añade en este orden el choricito, le damos una vuelta y añadimos el bacon, otra vueltecita, y el jamón. Poner un poquito de guindilla, o mucha si nos atrevemos. Doramos todo junto, añadimos una cucharada colmada de harina y pimentón de la vera si se quiere, aunque con el del chorizo va bien servido. Removemos y añadimos agua, poca, hasta cubrir, ya que los níscalos soltarán también la suya. Ponemos los níscalos, y dejamos cocer 10 minutos. Aunque parezca poco líquido, y los níscalos duros, enseguida cederán y menguarán, no añadir más agua. Retirar y servir. Imprescindible mucho y buen pan para pringar.
Y yo no dejo de reir viéndoles luchar, con el convencimiento de tu nieta de que doblegará a su padre. Caqui (ta)
Y veo tu guiño a través de los años. Y recuerdo que yo debía tener la misma edad más o menos que mi nena ahora, y tú y yo peleábamos de la misma manera:
-¿Y eso que te has puesto que es?
-Unos leotardos nuevos que me ha comprado mama - Y tuerzo las piernas coqueta para que los veas bien.
-¿Unos leopardos? vaya cosa más rara
-Noooooooooo, unos leotardos.
-Eso he dicho, leopardos
-Leotardos
-Leopardos
-No papa, le-o-tar-dos
-Eso, le-o-par-dos
Jamás en mis 25 años junto a ti te oí llamarlos de otra forma. Leopardos.
Río viendoles porque es realmente divertido, y sonrío porque sé que mi hija nunca olvidará este momento con su padre, y porque sé que jamás volverá a comer caqui, sino caqui(ta) aunque su padre no esté cerca para completarlo.
No lo olvidará, como yo no te olvido a ti.
Y vuelvo a sonreir.