Llevo dándole vueltas a parte de este post desde hace algunas semanas, especialmente desde el cumpleaños de mi nena, porque este año me recordó especialmente el año de su nacimiento. Ese día estuvo marcado por el jamón, y por la democracia ¡qué cosas! ¿no? ¿Pueden estar éstas cosas relacionadas? En mi pequeño mundo sí, y en el grande, supongo que también. Porque pocas cosas hay tan españolas como el jamón y la democracia como producto nacional, tan duramente conseguido, y que no deberían ni olvidar los españoles ni ésta debería ser olvidada por ellos.
Este post va a resultar algo político, pero también como siempre muy personal. A la vez seguirá tratando del amor y de la cocina y la comida cotidiana, por lo que todo lo que venga a revolverme el estómago como la justicia juzgada, creo que tiene cabida aquí.
Hace 6 años ya, tenía que haber nacido alrededor de un 5 de marzo mi nena...Debía estar agusto, porque la echó larga...9 días se retrasó. Como algunos recordaréis, había programadas unas elecciones generales para aquel 14 de marzo, domingo, como siempre para más señas. Primeriza inexperta, calculé que naciendo el 5 ¡o antes! podríamos ir a votar tan ricamente con el carrito, la nena y nuestra recién estrenada paternidad. Para cuando quise plantearme el voto por correo, o sea, pasando el día 5 de marras...ya no fue posible
He de decir que yo voto siempre, y cuando digo siempre, es ¡siempre! aunque sea en blanco (que nunca lo he hecho) pero soy hija de la dictadura, mal que me pese, y aunque sólo viviera 5 meses en ella, soy, como otros de mi generación, consciente de lo que vale no tener que cantar un caralsol bajo pena de una ostia o una noche en el cuartelillo, o poder besar a tu novio en la calle, o abrirte una cuenta corriente. La democracia es un derecho, que ganaron nuestros padres para nosotros. También es un deber: el deber de mantenerla que hemos de perpetuar sus hijos, para nuestros hijos. Mi voto, aunque fuera blanco, es mi reconocimiento al sistema, no a los políticos, sino a la democracia, que es un regalo visto lo visto en otros paises que no disfrutan de ella.
Me he ido otra vez por las ramas...lo sé. Creo que tendré que dividir el post del jamón en dos...esto me va a quedar larguísimo. Mi santo ¡santo! me dió el nexo hoy. Hemos estado con mi familia, y a la vuelta y con la nena acostada, me ha ido sirviendo canapés de queso fundido (al más puro estilo Heidi), cuñas de queso de oveja fuerte, canapés de jamón con una copa de vino mientras yo consultaba el e-mail y chafardeaba un poco por los blogs...hasta que nos sentemos a ver una peli juntos...el mejor plan del mundo. Como casi todos sabéis, pocas embarazadas pueden comer jamón mientras dura la preñez: si no has pasado la toxoplasmosis, un tipo de costipado que te contagian los gatos, la tierra, las verduras crudas que puedan tenerla, y los productos curados pero básicamente crudos como los embutidos o el jamón; no puedes comerlos en todo el embarazo. Eso lo convierte en uno de los peores antojos que he sufrido durante los embarazos (fallidos o no) dado que, pese a pasar toda mi vida con gatos, no he tenido la toxoplasmosis. Dicen que se arregla congelando el jamón: un poco sacrilegio es...pero bueno. El día del nacimiento de mi hija, además de ser uno de los dos más importantes de mi vida, fue en el que recibí algunas muestras de amistad que me enternecieron hasta el alma. Fue el día de la vida, de la democracia, del jamón, del amor y de la amistad. Realmente fue un día muy muy grande. Este año su cumpleaños fue en domingo...como en 2004. Viví toda la semana como hace seis años.
Este post va a resultar algo político, pero también como siempre muy personal. A la vez seguirá tratando del amor y de la cocina y la comida cotidiana, por lo que todo lo que venga a revolverme el estómago como la justicia juzgada, creo que tiene cabida aquí.
Hace 6 años ya, tenía que haber nacido alrededor de un 5 de marzo mi nena...Debía estar agusto, porque la echó larga...9 días se retrasó. Como algunos recordaréis, había programadas unas elecciones generales para aquel 14 de marzo, domingo, como siempre para más señas. Primeriza inexperta, calculé que naciendo el 5 ¡o antes! podríamos ir a votar tan ricamente con el carrito, la nena y nuestra recién estrenada paternidad. Para cuando quise plantearme el voto por correo, o sea, pasando el día 5 de marras...ya no fue posible
He de decir que yo voto siempre, y cuando digo siempre, es ¡siempre! aunque sea en blanco (que nunca lo he hecho) pero soy hija de la dictadura, mal que me pese, y aunque sólo viviera 5 meses en ella, soy, como otros de mi generación, consciente de lo que vale no tener que cantar un caralsol bajo pena de una ostia o una noche en el cuartelillo, o poder besar a tu novio en la calle, o abrirte una cuenta corriente. La democracia es un derecho, que ganaron nuestros padres para nosotros. También es un deber: el deber de mantenerla que hemos de perpetuar sus hijos, para nuestros hijos. Mi voto, aunque fuera blanco, es mi reconocimiento al sistema, no a los políticos, sino a la democracia, que es un regalo visto lo visto en otros paises que no disfrutan de ella.
Me he ido otra vez por las ramas...lo sé. Creo que tendré que dividir el post del jamón en dos...esto me va a quedar larguísimo. Mi santo ¡santo! me dió el nexo hoy. Hemos estado con mi familia, y a la vuelta y con la nena acostada, me ha ido sirviendo canapés de queso fundido (al más puro estilo Heidi), cuñas de queso de oveja fuerte, canapés de jamón con una copa de vino mientras yo consultaba el e-mail y chafardeaba un poco por los blogs...hasta que nos sentemos a ver una peli juntos...el mejor plan del mundo. Como casi todos sabéis, pocas embarazadas pueden comer jamón mientras dura la preñez: si no has pasado la toxoplasmosis, un tipo de costipado que te contagian los gatos, la tierra, las verduras crudas que puedan tenerla, y los productos curados pero básicamente crudos como los embutidos o el jamón; no puedes comerlos en todo el embarazo. Eso lo convierte en uno de los peores antojos que he sufrido durante los embarazos (fallidos o no) dado que, pese a pasar toda mi vida con gatos, no he tenido la toxoplasmosis. Dicen que se arregla congelando el jamón: un poco sacrilegio es...pero bueno. El día del nacimiento de mi hija, además de ser uno de los dos más importantes de mi vida, fue en el que recibí algunas muestras de amistad que me enternecieron hasta el alma. Fue el día de la vida, de la democracia, del jamón, del amor y de la amistad. Realmente fue un día muy muy grande. Este año su cumpleaños fue en domingo...como en 2004. Viví toda la semana como hace seis años.
Realmente no me voy por las ramas. Estoy poniendo alfileres, y luego hilvanaré para terminar cosiendo (como pueda) todas estas ideas que me vuelan la cabeza, y que llevan tiempo gestándose.
Podría decir que la historia comienza para mí unos 14 ó 15 meses antes, a finales de enero, o tal vez primeros de febrero en una manifestación contra la guerra. Seguro que la recordáis, era el año 2003 e ignorando etiquetas políticas, muchas personas, seguro que algunas de las que leéis, nos juntamos para gritar No a la Guerra, no contra aquella decisión unipersonal en contra de la opinión de todo un país, aquella vergüenza de la foto de las Azores. Yo estuve allí, con mi madre, y con una vida gestándose en mi interior que no sabía aún que estaba ya dentro. Nadie tiene que darme cifras, ni contarme cuántos eramos cuando empezamos en Atocha y no podíamos caminar, tanta masa éramos, tratando de llegar a Sol: fue misión imposible, tuvimos que retirarnos antes de llegar por las calles adyacentes.
Será una sensación personal que aquello no iba bien: Yo comenzaba a sentir una falta de democracia asfixiante que se notaba en todas partes, en la censura a los medios de comunicación, en la manipulación alarmante, en el silenciamiento de programas y presentadores (recuérdese a Wyoming que tanto se rió de la Primera Dama de España: o la Sra. de Aznar, Dª Botella. Dios mío, creo que he hecho un chiste sin querer) La época del uso y abuso de España como feudo o cortijo, con salón de fiestas en la Lonja del monasterio de El Escorial a cargo de todos y cada uno de los españolitos. Llegué a sentir miedo de ver morir la democracia ¿ni una generación iba a durar? Esto no lo compartí con nadie...fue después del nacimiento (y del renacimiento) que supe que no lo había sentido yo sola.
Mi madre y yo guardamos como fetiches durante muchos meses las pancartas que algunos organizadores nos habían dado por las calles. Lástima que siempre hay quien allí politizó, y alejó a gente, votantes del señor siniestro que fueron allí a manifestarse contra él, y que en ese momento le habían empezado a quitar el voto: fue allí, y no en el 11-M.
Unas semanas más tarde tenía mi primer aborto.
Un año y poco después, y embarazada, esta vez, bien, pero bien, hasta la barbilla más o menos, ya llevaba 6 días de retraso del parto sobre la fecha prevista. El miércoles 10 de marzo ya no pude más y pedí la baja por maternidad. Me daba pena robarle días a mi hija una vez naciera, y rechazando una baja por cualquier otro motivo que me ofreció el médico (gilipollas que es una) me quedé en casa: cuando ya no se puede, no se puede. Al día siguiente, jueves 11 de marzo de 2004 me levanté con mi santo para acompañarle a desayunar antes de irse al trabajo mientras yo ya me quedaba tan ricamente en casa. No tengo que contaros con qué desayunamos, porque de sobra lo sabemos todos. Mi madre, histérica daba gracias al cielo por saberme de baja desde la tarde anterior: siempre se despierta con la radio, y por supuesto, se despertó con la noticia de tantas víctimas y desastre, entre ellas algunas embarazadas (como supondréis, yo tenía que ir a Madrid capital todos los días aunque no en tren)
Yo era un perro enjaulado. Yo podía ayudar pero no podía ir, estaba embarazadísima y fuera de cuentas. Ya sólo podía pedirle a mi hija que no naciera ese día. No hoy, hoy no. Era el día más terrible que se iba a recordar de la historia reciente de España, el día en el que todos los hospitales aparecían a nuestros ojos en las pantallas colapsados por urgencias y por personas buscando a su gente. Hoy no, no hoy. Ni siquiera pude ir a la manifestación de Madrid por las víctimas, hube de conformarme con asistir a la de mi pueblo, que importa, a ver, pero no hace tanto bulto.
Entre medias esos días a mí ya me habían dicho que el domingo tendría que ir a nuevo registro, y que si no había síntomas de parto, posiblemente ya me dejarían ingresada para provocarme el parto, muy retrasado ya. Así que nosotros ya asumimos y planeamos aquel domingo de elecciones. Nos levantaríamos prontito, con nuestra maleta, y de camino al hospital nos pararíamos a votar los primeritos y ¡hala! a parir como fuera.
Como siempre, el hombre propone, y dios dispone. La fiesta comenzó la madrugada del sábado al domingo 14 de marzo a las 4 de la mañana. Con esos dolores no haría falta de una provocación de parto. Esperar a la apertura del colegio electoral no era una opción. El domingo 14 de marzo de 2004 iba a ser el día en que ibamos a conocer a nuestra hija, una niña nacida en domingo.
Decía aquel libro infantil con el mismo título que los que nacen en domingo tienen suerte.Esta es la historia del amor. También iba a ser el primer domingo de elecciones que no votaba desde mi mayoría de edad. Y esta es la historia de la amistad.
Continuará...