martes, 26 de enero de 2010

El cristal del horno (O cómo ver subir las magdalenas)


La primera vez que puse una lavadora, como una chica mayor, seguí escrupulosamente las indicaciones que me había dado mi madre. Y la conecté, y cual gato quedé magnetizada delante de ella, sentada a lo indio ante el bombo viéndola girar hacia un lado, hacia el otro. Ora más despacio, ora más deprisa. Supongo que aguardaba la confirmación de que lo había hecho bien no viendo salir espuma por todas partes, o viendo que lenta y cadenciosamente se detenía para volver a girar al lado contrario. Creo que salvo los minutos que empleé para ir al baño, seguí todo el programa.
Cada uno se relaja como quiere (es un consuelo) o también podríamos decir, que hay que hacer de todo en esta vida. Así que yo al famoso trío ese que proponen de "Plantar un árbol (hecho), escribir un libro (¿vale un blog?) y tener un hijo (si vale hija...)" yo le añadiría: y tener la templanza de aguantar un programa largo de lavadora sentada delante de ella casi sin pestañear.
La mente humana es sorprendente. Creo que ésto no se lo había contado nunca a nadie. Creo que ni siquiera mi santo lo sabía. Ni siquiera yo lo había vuelto a recordar.
Es mi mente cual lavadora, la que mezcla y centrifuga.
La primera vez que usé el horno también aproveché el cristal que se me ofrecía, amplio, grande y generoso, para asomarme al interior del proceso mágico por el que unas cosas se transforman en otras. Lo primero que observé al horno, fue un gratinado. Por eso sé que el gratinado está varios minutos blanco, inmóvil, y en 30 segundos pasa de un sano color dorado, a un peligroso color marrón y en los 5 segundos siguientes a un incomible negro petrolífero. Posteriormente no he podido resistirme a observar como suben los bizcochos con la levadura "polvos mágicos", o incluso a esperar más de la cuenta, y no ver subir las magdalenas, que a la nena y a mí, después de intentarlo veces y veces, no conseguimos que pasen de pastita de té, eso sí, con delicioso sabor a magdalena concentrada.
Es difícil resistirse a un cristal, sobre todo si tiene luz o es transparente para que observes lo que ocurre en el interior.
Algo así pasa cuando con mucho amor y dedicación preparas un bollito en equipo con tu amor. Como las magdalenas con mi nena. Las metes al horno, y no puedes evitar observar fijamente que todo va según lo previsto.
Aprovechar los "cristales" que nos ofrecen las modernuras modernas como diría una amiga pelusera nos trae más de un disgusto y más de una decepción. Hay magdalenas que son de más lenta cocción, y "en teniendo la masa hecha y confirmada" puede resultar que uno no recuerda en qué momento lo metió al horno. Pero eso sí, dado que los cristales modernos te permiten mirar desde el principio...cualquier mínima alteración o supuesto retraso en los tiempos de cocción es vivida con angustias innecesarias. Sin cristal uno no tiene la tentación de mirar. A lo sumo a lo mejor pegar la oreja a la puerta, pero eso no da material de primera mano.
La otra doctora confirma que efectivamente, es posible que esté embarazada de menos tiempo. Latido no hemos oido, pero sí lo hemos buscado visualmente, porque si realmente es más jovencito, pero está bien, en esta semana aún no sonaría, pero ya podría apreciarse. Todos en la consulta mirábamos "a través del cristal del horno" al monitor, esperando ver movimientos de futuros latidos fetales. Hemos visto vibrar algo varias veces. No quiere darnos falsas esperanzas, pero dice haberlo visto ella también, y repetiremos la semana que viene.
Las cuentas no son perfectas, y los "polvitos mágicos" como la levadura, tampoco. La teoría dice que se ovula el día 14 del ciclo. ¿Y si el horno no estuvo dispuesto hasta una semana y media más tarde?
Lo siento mucho. El plan de no obsesionarse, incluía no controlar cuando se utilizó "la levadura".
Algo me dice que todo va bien. Será mi padre, será la virgen, que es madre, será que el miedo a perder a mi hija no me dejó disfrutar de su embarazo.
Algo me dice que todo va bien. Y como siempre, no podré evitar seguir mirando a través del cristal del horno.

domingo, 24 de enero de 2010

¡Actualizando! o como empezar a comer en condiciones (Y la cocina de los otros III)

No es que si no estoy yo no se coma, no. Es que ando tan liada con los exámenes en los que yo misma con mi mismo cuerpo me he metido, que no me dejan tiempo ni de relajarme con mi vicio: cocinar.




Últimamente comemos bien, quiero decir, sano y sencillo, que no tener tiempo no quiere decir que haya que comer cualquier cosa. Es que no tengo casi tiempo de cocinar largamente, como a mí me gusta, así que vamos saliendo del paso. Verdura, ensaladas, plancha, horno. Legumbres, que se hacen solas, y encima te dan para varios días (ahora ya he cogido el punto, antes hacía lentejas para un regimiento, un mes)





Desviaciones consecuencia el embarazo: me apetecen siempre legumbres, sobre todo lentejas y garbanzos. Las judías también, sobre todo pintas. Y anchoas, muchas anchoas, y boquerones en vinagre. Menos mal que los boquerones ya los congelan en todas partes y no tengo que temer el anisakis ese. A las anchoas, por si acaso, también las congelo. Compramos y metí la docena de latillas en el congelador unos días. Luego las sacas y estupendas, oye.




Antes me apetecía pescado, pero es que ahora es impresionante, así que ya esta semana hemos tocado techo: de 7 días, 6 cenamos pescado (¡¡¡en nuestra vida!!!) y la séptima no es que haya sido de carne, sino que fue variada, y entre ellas: pescado también.




Después de una agitada semana, sobre todo intelectual y emocionalmente hablando, hoy por fin, es domingo para todos. No me llega la inspiración para cacharrear hoy, lo cual, unido a que la nena ha decidido (y muy bien) que hoy hay pollo bailarín, no se habla más. Pollo y patatas fritas delicioso por otra parte 10,50 €. Sin gasto de horno, ni de limpieza, ni de pollo, ni de patatas ni de aceite. Todo incluido.




Continúo este post la serie Comer fuera de casa, que tenía muy abandonada. Creo que éste fue el primero, el de "Salamanca". Y creo que el del Sushi fue el segundo, por si alguien lo quiere recordar, no se me da bien etiquetar...




El caso es que mi suegro, que vive lejillos, afortunadamente para nosotros (no seáis mal pensados....es que vive en la playa, y visitarle casi siempre es un placer ¡ups!) estuvo aquí en esta semana. El jueves, tras un disgusto que no dejaré de contaros, salimos por fin a cenar, cuando mi apretada agenda estudiantil (¡a mis años!) empezaba a darme algo de tregua. Fuimos a un sitio de tapas que lleva un hostelero que ya conocemos de otros negocios que tuvo. A este nuevo sitio habíamos ido tres veces contadas, es cierto, desde que lo tiene, aunque eso no quiere decir que hubiéramos olvidado la excelente calidad-precio-generosidad-y buen hacer que siempre le ha caracterizado.




Hambre no es una palabra que pudiéramos utilizar para definir el estado en el que nos sentamos a la mesa. Será porque sobre todo, era hambre de G.G (glorias y guarradas) que NO habíamos estado comiendo en días y semanas pasadas, es decir: morcilla (mucha) calamares (fritos, y muchos también) butifarra, alitas, patatas a lo bien, o sea, muchas, crujientes y con salsas, y cosas más sanas como canapés gigantes de salmón, anchoas o jamón (de ese que siempre es más bueno y apetecible cuando no lo puedes comer porque estás preñada y temes a la toxoplasmosis)




Mi santo empezó a pedir, y a la mitad de nuestros deseos, nuestro "chef" nos dice que ya llevamos mucho, que nos lo trae y luego si tenemos hambre, pidamos más. Los cinco nos miramos extrañados porque en nuestra humilde opinión, no hemos empezado ni con los entrantes...pero bueno, le hacemos caso.




Resultado, el combinado gigante de butifarra, morcilla, patatas, que en verdad es gigante (pero hay que tener en consideración el anteriormente mencionado hambre de G.G.), junto con la ración de alitas, los supercanapés de anchoa, salmón y jamón (¡y eso que con estos no pude colaborar a su extinción!), la pedaaaazo de fuente de calamares y boquerones en vinagre (acompañada al lado con sus correspondientes chips) desaparece por arte de birlibirloque.







Así que, con la confianza con la que ya nos conocemos hace años, me atrevo a decirle a nuestro atónito chef ante los platos y fuentes vacías en 0,3 sg: ¡Nos has subestimado, aquí sentados los "pitu-pitu" y una embarazada, y nos ha llegado a un diente! (useasé, mi suegro, y dos de sus hijos, varones y tragones, y mi hija, pitu-pitu de apellido también, que se zampó su huevo con patatas y alitas en menos que canta un gallo)




Claro que el pobre además no sabía que mi suegro, literalmente, viene muerto de hambre: su actual pareja, que no le acompañó en este último viaje, es ultra-sana y casi vegana, y él no es que no le importe adherirse a esta dieta, al contrario (dos que duermen en un colchón...), él toma suplementos y guarrerías mil, incluido aceite de oliva y una especie de alpiste en ayunas, pero sí que cuando viene, sobre todo sin controladora de dieta....se desborda, y es que G.G una vez al año, no hace daño.




Repetimos, faltaría más, y mi suegro, para rematar su "escapada" quiere tomar rulo de cabra, pero sólo yo quise acompañarle: sus pitu-pitu no soportan por lo general el queso, y menos el que sabe "como si le chuparas la oreja a la misma cabra"(sic). Mejor para nosotros, a más tocamos.




Terminamos ambos dos poniéndonos literalmente morados por la confitura de grosella de la que venía acompañado el rulo, y una cesta de tostaditas para servirnoslo. Cierto es que a la mitad del rulo ya no hubiéramos podido más, pero la gula es la gula, y nos pusimos verdaderamente ciegos.


Es una lástima que sea un plato que tengo que hacer sólo cuando viene alguien, ya que mi santo no me acompañará jamás con él, y no voy a hacerme una loncha de rulo para mí sola, por delgadita que sea. Esto hay que compartirlo. ¿Lo habéis comido? Yo lo probé por primera vez en Asturias, y es delicioso. Os pongo una foto encontrada en la web. Es muy sencillo, se compra cortada (o si lo comes mucho, tienes el rulo grande en tu casa)o se corta una loncha gordita, se pone en una plancha caliente por un lado hasta que haga una cobertura crujiente, y luego por el otro. En nuestro caso lo tomamos acompañado de mermelada de grosella, pero en nochebuena puse un poquito junto con otros quesos y foie con una reducción de cebolla y Pedro Ximénez.






Bueno, y lo demás, si hacemos caso de mi cuerpo, pues cada vez creo estar más embarazada, aunque no por gorda: pensar en el desayuno me dá un poco de asquete, y la central lechera empieza a prepararse (menos mal que con el queso, ¡¡voy guardando reservas!!). Este martes vamos a que nos confirmen que TODO ESTÁ BIEN, Y EN MARCHA, ya que una consulta previa, en otro sitio en el que no disponen de un buen ecógrafo, no me han podido decir si hay latido ante la evidencia de que nuestro bebé, tenga una semana menos de lo previsto. En fin. Mi corazón me dice que aunque no hayamos oido el suyo, late. Cruzad los dedos. El martes vuelvo.

Un abrazo fuerte

jueves, 7 de enero de 2010

Er Purpo (y otras medidas anti-crisis)

Pasaron ya ¡y qué rápido! ¿rápido? Bien dicen que la navidad la hacen los niños...siempre las empiezo de no muy buen humor, pero luego mi hija me contagia, y la fiesta de los reyes tiene a bien dejarme; al verla en la cabalgata y nerviosa por la noche y la mañana, un gran sabor de boca que hace ¡horror! que me dé pena quitar los adornos navideños.

Este año además nos dejó gran regalo que ya habéis visto en el post anterior, y pasada la borrachera (virtual) del positivo esperadamente inesperado...¡señor! se me olvidó hasta poner receta. La vida es así, unas veces hay más Cocina Cotidiana, y otras Amor Cotidiano, y extraordinario también.

Que no se diga que en esta casa no se come. Tengo guardada desde Nochebuena esta preciosidad (en foto, que el original ya cayó)



No todo el mundo sabe hacer pulpo, la verdad....(modestia, baja, que ya subo yo misma) Pasos importantes para su elaboración en condiciones:

1. Comprar un buen pulpo. Crudo. Puede parecer evidente, pero no lo es. Compra un pulpo ya cocido, que lo mismo lo puedes ir masticando hasta las navidades que viene.
El pulpo es "relativamente" caro en cuanto a lo poco que cunde, y su precio por kilo, que no debe confundirnos, ya que para comprar un ejemplar hermoso, podemos pagar un pico y que se quede, literalmente, en la mitad.
Un pulpo de 3 kilos quedará escasamente después de cocer, en kilo y medio ¡si llega! así que...

Me estoy yendo por las ramas y lo sé.

Mucha gente no se atreve a hacer pulpo por miedo a que quede chicloso. Pero como casi seguro todos sabéis, a los pulpos, para que no queden así, hay que darlos una paliza (una vez muertos, animalicos) o congelarlos, y luego que se descongelen tranquilamente.

Yo soy de la segunda opción, ya que sólo soy violenta con la lavadora, que tras el segundo arreglo de 100 euros, bien merece una patada, por guarra.

Congelar el pulpo tiene sus desventajas: que luego queda rico, cunde poco, como siempre que está bueno, y no queda nada. Así que no es nada anticrisis. Ya sé porque los gallegos le ponen patata debajo ¡qué buena!

Venga, ahora va el paso dos:

2. Cocer el pulpo. Tenemos al fuego la olla más importante, grande y lustrosa que tengamos, llena de agua con una cabeza de ajos enterita y unas hojas de laurel (no muchas, que se envenena) Mientras le metemos la mano al pulpo por su boca-ano y le sacamos todo lo sacable, a la vez que le indicamos al "otro" pulpo que si no va a hacer de pinche, abandone la cocina, que hoy la chef soy yo.

Cuando el agua está hirviendo, se agarra al pulpo (muerto limpio y descongelado ya) y le asustamos tres veces en el agua, o sea, entrar, salir, entrar, salir, entrar...y quedarse ahí cociendo a fuego medio 40 minutos. A la vez tenemos pelada una patata proporcionada. Pulpo grande, patata grande, pulpo pequeño, patata pequeña, y así, sus-cesivamente. Se supone que además de los 40 minutos, cuando la patata entera, la pinchamos y está cocida, el pulpo ya está. Mi madre, que confía mucho en estas cosas, además le amputa una pata al pulpo y se come un trozo para darle o quitarle la razón a la patata.

Y luego el truco del almendruco, para que no quede chicloso para nada, es dejar el pulpo enfriando en el mismo agua en que se ha cocido, hasta que esté frío del todo y lo metamos a la nevera, o lo preparemos para servir.

Esta es la manera, que como dijo mi tía, gran entendida, era la correcta "porque lo vió preparar a una gallega en la tele". Método científico donde los haya...de sobra sabe todo el mundo, que en Madrid y aledaños, el cocido, ¡¡lo hacemos todos exactamente igual!!

El caso es que ya sea por la medida de la patata, por la amputación que no deja duda, o por enfriarse en el agua, el pulpo queda ¡buenísimo! Sólo tendríamos que cortarlo en rodajitas, y si queremos lo ponemos sobre rodaja de patata hervida, añadimos la sal y el pimentón (de la Vera ¡Ar!) o ahumado, que he encontrado en la última compra y va bien, y aceite de oliva virgen extra muy caliente por encima.

No es nada anticrisis, porque ni dura, ni cunde, y sale carete ¡Si hasta mi niña lo come desde que tiene dientes!. Para que cunda más, sólo tenemos que cocerlo mal, así, masticando, masticando, el puñetero pulpo nos puede llegar a lo menos a junio ¡o la próxima navidad, para un pinchito!

Si aún así seguimos a dos velas en cuanto a subida del IPC en los respectivos sueldos (no quejarse, que algunos andan sin trabajo), sin duda, a continuación la mejor y verdaderamente más económica manera de comer pulpo cada día:






Pd. Cinco semanas y un día, que no de condena. Nada de náuseas, sí algo de sueño y ansia por anchoas, pescado azul en general e hidratos de carbono (ninguna novedad, ya llevaba unos meses ¿o años? con los mismos caprichos)

domingo, 3 de enero de 2010

Cómo empezar bien un año ¡Felicidad!





A la de mi niña ya se la borró el positivo ¡es de hace 7 años casi!, y sólo se puede ver la raya del control, pero la otra aún tiene los restos de habernos dado la noticia, el mismo día de nochevieja, de que ¡al fin! estaba aquí su futuro hermano o hermana. No podíamos tener un fin de año y una entrada mejor.



El mecanismo para no pensarlo, funcionó este mes. Lo mejor para no obsesionarse, sobre todo si se es justa, es no calcular cuando toca la siguiente regla. Y este mes lo conseguí...no lo había hecho, y junto a lo ocupada que estaba estudiando...¡en fin! El día 30 empezaron a llegar felicitaciones de fin de año, y deseos de que en 2010 me pusiera gorda como una vaca. Fue entonces cuando tuve que volver a pensar...no sé cuando, pero ya me tenía que haber venido la horrible señora de rojo. Calculo nerviosa con los dedos...tenía que venir el día de los Inocentes (qué ironía) y me doy por preñada, soy muy justa, y se me puede adelantar, nunca atrasar. Así que si mañana sigue sin venir (por el 31) me hago ya la prueba.


Momento compartido con mi nena, la raya sale flojita (lo que suele pasar si es muy reciente, o no es la primera orina de la mañana) pero siempre recuerdo lo que me decía una doctora amiga en el primer embarazo: un positivo es positivo aunque salga flojo. Mi niña emocionada pregunta ¿es un secreto mamá? ¿se lo puedo contar a mi seño?


No, no es un secreto, no lo vamos a guardar en secreto tres meses después de la gente que está esperando esta noticia. Al principio sí lo pensé así, pero ya hemos pasado también por un aborto espontáneo previo a nuestra nena. Me niego a vivir el embarazo, y sobre todo los 3 primeros meses con el corazón en un puño. Soy feliz ahora y quiero compartirlo. Después de mucho llorar la primera pérdida que tuvimos, llegamos a la conclusión de que cumplió su cometido: hizo feliz a mucha gente durante las pocas semanas que estuvo en el mundo, aunque luego se marchara. El dolor y la decepción fueron grandes, pero las sonrisas y la ilusión que sembró el conocimiento de que venía, no tiene precio.

Hay que vivir, y disfrutar de hoy. Pase lo que pase. La vida pese a todo, se abre paso. El amor no cesa nunca.

Bueno, como me estoy poniendo bobona, os pongo lo que mi hermana paró a comprar de camino a nuestro encuentro. Aunque nos íbamos a ver esa noche, no pudimos resistir y llamarles. Nunca olvidaré a mi niña diciéndole con su vocecita inusualmente bajita, pero dulce y alegre: Que vamos a tener un bebé....


¡A la mierda las supersticiones! Este es el primer regalo para nuestro bebé, de mi hermana, a las 4 semanas, y 2 días de embarazo (lo que viene siendo una siesta)








Gracias por leerme, por escucharme, por estar ahí....
Uma, preparaté, que está al caer. Un abrazo para ti y todos los que esperáis esperar.Poco más que añadir. Estas son las primeras pruebas de existencia de mi hija, que ya tiene casi 6 años, y del o la que, si dios quiere y todo va bien, nacerá en septiembre.