lunes, 21 de enero de 2013

Desde el INEM (Carne Cruda 2.0 o la Luz entre la caca VI)

Sí, ya sé que da pereza darle a un youtube, que lo mismo te lleva un rato.

Pero no te vas a arrepentir. La luz entre la caca ataca de nuevo ¡déjala pasar!



Feliz lunes ¡Here comes the sun!

Todo va a ir bien. Me gustaría que compartiérais hoy aquí vuestro mejor momento del día. Lo hay seguro, sea la hora que sea, seguro que ya has tenido algún momento bueno.

sábado, 19 de enero de 2013

Hace dos años

Hace dos años llorábamos las dos a las 10.40 mientras nos mirábamos la cara la una a la otra por primera vez. Yo te olía sin encontrar tu olor e imaginando que entonces sería como el mío, mientras te acomodabas sobre mi pecho, piel con piel, juntas ya, desde fuera.
 
- ¿Vamos a comer tarta, bebé?
-  Mamo a comé tatta, mamá
 
Pumpeaño filisssssssssssss pumpeaño filissssssssssssss
 
 
Ahora estás muy grandona, guapa y resultona y mantienes tu cara de bebé ¿cuántos meses te durará?
 
Dos años ya
 
Felicidad a tí, cariño
 
Felicidad a nosotros, la que nos das
 

lunes, 14 de enero de 2013

Imaginando Situaciones I (o comer fuera de casa, Pollo a la Kiev)

 
 
El invierno se retira lento en los límites de Siberia, por eso Katherina y Vladimir van menos abrigados para lo que suelen necesitar.
 
Katherina se casó hace muchos años con Nicolai, el hermano mayor de Vladimir, porque así lo habían decidido sus padres desde la cuna. Katherina nunca supo que a Vladimir se le rompió el corazón en aquel momento, aunque ese vacío y también anhelo que tuvo Katherina durante todo su matrimonio con Nicolai pasaba por buscar siempre los ojos de su cuñado. Su brillo indefinido en el fondo de su mirada, siempre la hacía seguir adelante.
 
Su profunda fe ortodoxa no le hubiera permitido ninguna desviación, así que Katherina nunca se permitió admitir que también amaba a Vladimir.
 
Por fin, 5 años después de la muerte de Nicolai, su hermano se atreve a poner sus sentimientos en una rosa temprana que compró a una familia de chinos gitanos que pasaba por allí. En realidad le tuvo que dar un par de rublos a la gitana vieja para evitar que le leyera la buenaventura: como buen supersticioso, no quiere tentar al destino conociéndolo por adelantado. Y como es muy agarrado y no sabe qué hacer con la rosa, decide que es el momento ya, que ya son muchos años de viudedad de Katherina, y que de hoy no pasa.
 
-Ten, Katherina-le dice arrobado y muerto de vergüenza-una flor para otra flor
 
Katherina le mira calculando si su cuñado quiere tomarla el pelo, pero a pesar de los gruesos cristales de las gafas de éste, ve de nuevo el brillo en sus ojos, y su corazón salta encabritado.
No obstante este tonto no puede pensarse que vaya a ser una mujer fácil, y sujetando su primer impulso de tomar la rosa y acercarla a su nariz, a sus labios...le dice:
 
-Anda, anda, quitaté tú de ahí
 
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¿Qué os parece? Se me ocurrió al mirarles con atención cuando una amiga pelusona empezó el juego imaginando su situación. Nunca he sabido inventar la vida de alguien que veo por ahí, en el autobús, o esperando en la consulta del médico. Me da vergüenza mirar demasiado. Y además, cuanto más miras, más datos obtienes, y eso no me sirve para imaginar toda una escena, larga o corta, que con una imagen estática. Tras este ejercicio creativo he recordado aquella vez, hace ya un par o tres de años que nos recomendaron un restaurante ruso muy peculiar. Estaba en los bajos de un bloque de una gran urbanización de barrio. Su peculiaridad es que era como entrar a cenar en el comedor de Katherina, mi Katherina, la de la historia. Porque cada grupo de mesas tenían manteles diferentes, caseros, nada tipo uniformado como en el resto de la hostelería conocida. La vajilla era la de diario de tu madre, la de onditas de arcopal que tan sólo costaban 18 euros las 18 piezas, ideal para el día a día, para tener dos o tres, y que no notaras la rotura de alguno, de fácil reposición. Superado el asombro del menaje, y pelín contentos por una cerveza que nos ofrecieron en la barra mientras nos hacían pasar, con la módica graduación de 18º, pedimos la comida como solemos hacer en los restaurantes que no conocemos: pidiendo que nos recomendaran. Tomamos muchas cosas, todas muy ricas y sorprendentes. Recuerdo especialmente un fiambre de morros y orejas varios creo que de cerdo, y que me recuerda bastante a este fiambre casero de Valdomicer, y que llevo ya varias intentonas de hacerlo. Lo que pasa es que a mí, y a mis carniceros (soy obscenamente desleal entre los super y demás tiendas) apenas tienen nunca manitas, con que los cotubillos o muñecas del cerdo, imagináos.
 
 
Receta del fiambre de manitas de cerdo de Valdomicer
 
 
Mi santo recuerda con especial deleite la famosa Pechuga a la Kiev. No sé si las habrá mejores, pero puedo afirmar que conseguir una pechuga, rellena con una mantequilla al ajo y perejil, en su punto justo de cocción (en fritura) sin que quede seca, ni cruda, es muy, muy, pero muy difícil de conseguir.  Un bocado delicioso. Creo que es la comida lo que hace a un buen restaurante, y no un bonito envoltorio.
 
En bastantes ocasiones hemos hecho intención de volver allí para repetir, no encontrando el momento. Ahora parece que ya es tarde y que el restaurante ha desaparecido. Pero yo he encontrado esta receta del pollo a la Kiev y lo voy a intentar, años después de aquella curiosa experiencia, en aquel restaurante peculiar, con aquellos, seguro, Katherina y Vladimir que nos dieron tan bien de cenar, y que casi nos tumban con aquellas cervezas de 18 grados.
 
 
Aquella única experiencia allí quedará congelada en nuestra memoria como una escena, como la foto con la que abría el post, como un instante irrepetible ya, y en el que sólo quepa la recreación, la exageración, y la imaginación.
 

domingo, 6 de enero de 2013

¡Ya vienen los reyes! o La luz entre la caca V

Hemos visto la cabalgata en nuestro pueblo. La niña grande estaba deseando venir a ver la de la tele, porque como todo el mundo sabe, los reyes de los pueblos son enviados especiales, porque magos son, pero no tanto. Y la cabalgata de verdad es la que ponen por la tele.
 
Me temo que este año, pese a que una amiga muy cercana lo sabe todo todo pero TODO mi niña grande aún se aferra a la duda y aún se acuesta nerviosa por si acaso se encuentra a los magos en el pasillo como el pobre Matías, cuyo cuento os recomiendo si tenéis churumbeles en edad. Pese a seguir temiendo encontrarse a desconocidos en el pasillo (con Papá Noel y el Ratón Pérez le pasa igual) ha decidido este año confiar ciegamente en su magia, poniéndoles a prueba y no ha escrito ninguna carta a los reyes. Se lo ha dicho al aire, que para eso son mágicos. Menos mal que su padre y yo pasábamos por allí....
 
No pasa nada, más tarde o más temprano puede transformarse en cómplice de la nueva ilusión que se despierta en la niña chica, que ya apunta maneras.
 
Hemos visto a los Reyes Magos en la tele. Ha dicho Melchor que a los padres nos iba a dejar para este año Esperanza, Fe, y Confianza en el Futuro.
 
Yo pienso encontrármelo bajo mi árbol mañana, porque creo en ellos, creo en su magia, la he visto en los ojos inocentes de la pequeña, y aún en los dudosos de la grande que todavía este año prefiere abandonarse a ella.
 
¿Y vosotros? ¿También encontraréis mañana bajo vuestro árbol Esperanza, Fe y Confianza en el Futuro?
 
Seguro que sí. Lo han dicho los Reyes Magos.
 
Feliz 2013