Hoy la pleamar en Chiclana sera casi a las 20.30.
En toda situación de amenaza, o cambio, sea este positivo o negativo, estamos preparados para afrontarlo con una fuerza excepcional, que nos sirve para adaptarse a esas nuevas circunstancias. Es el estrés, casi siempre nombrado despectivamente por sus efectos perniciosos cuando nos vemos obligados a mantener esa fuerza excepcional largo tiempo. El estrés es como la primera marcha del coche: la mas fuerte para sacarlo del reposo, pero que nadie, por razones evidentes, utilizaría en exclusiva durante toda su travesía, porque se quemaría, justo como les pasa a las personas.
En toda situación de amenaza, cualquiera produce alguna de estas tres respuestas conductuales: Afrontamiento, huida, o evitación.
No creo que ninguna sea mejor o peor, sino que las tres son útiles en diferentes circunstancias. A nadie se le ocurriría enfrentarse a un toro cabreado sin armas, así que se impone la huida. De nada sirve tampoco negar o evitar que alguien nos haga la cama en el trabajo....evitar dicha realidad sin hacer nada por cambiarla puede acabar con nosotros en la calle, así que mejor afrontarlo. Y no es novedad que hay personas que prefieren evitar la cruda realidad de sus enfermedades, para poder luchar con mas ahinco por salir de ellas. No confundir la negación total de muchas enfermedades que nos perjudicaría mas, sin duda alguna.
Distinguir cual de las tres respuestas sera mas adecuada en cada caso es una de las grandes preguntas, la sal de la vida, el quid de la cuestión. Dice una oración: Señor, dame fuerza para cambiar lo que puedo cambiar, paciencia para soportar lo que no puedo cambiar, y sabiduría para distinguir entre ambas.
En estos días de relax y de playa observo como los diferentes tipos de personas se enfrentan a la misma realidad: la pleamar.
Están los que llegan a la playa, a una distancia prudente del agua, empiezan maniobras para plantar sombrilla. Alguna ola perdida les moja los pies, pero ellos evitando la evidencia, continúan, optimistas. Terminan, se sientan, y han de correr para rescatar sus cosas de las olas cada vez mas frecuentes.
Otros directamente buscan la arena siempre seca, la que está tan atrás que no tendrán que moverse en todo el día.
Otros eligen un punto intermedio, saben que el agua vendrá. Algunos de estos, creen poder luchar contra el mar, y para ello emplean todas sus fuerzas, junto a las de sus vecinos de toalla, y levantan una muralla de arena como protección. Se ríen del mar, cuando en la primera ola cercana, la sujetan con su murallita y no moja sus toallas. Dejan de reírse cuando minutos después, el mar, más cercano, se empeña en saltar la muralla. Aquí se vuelven a distinguir los afrontadores de los que huyen, y ojo, que ninguna es mejor que otra, porque depende de la circunstancia. Los afrontadores siguen luchando con todas sus fuerzas, e ignorando al mar, y a las mareas, levantan de nuevo el muro, y lo elevan dos palmos. Y se miran complacidos y se palmean, orgullosos, entre ellos. Los demás miramos al océano, y a ellos....juegan como los demás niños en la arena....
Los huidores a estas alturas ya cogieron la toalla y la sombrilla y se mudaron bien atras...no saben hasta cuando sera la pleamar, así que ya no arriesgan. Otros sí, y la desafían,a ver cuanto aguantan sin retirarse.
Los evitadores bien pueden ser esos, que conociendo el limite de la pleamar, la niegan, tratando de seguir la vida ajenos a ella, y los que realmente ignoran el dato, y rezan para que la marea baje y no se tengan que mover.
Y ahora os dejo, que si no me muevo ya, el mar, que ya ha roto la barrera que hicieron los vecinos de la foto, me va a mojar los pies....y las toallas!
Y vosotros...os recordáis en situaciones con estas respuestas, o siempre es la misma?