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lunes, 14 de enero de 2013

Imaginando Situaciones I (o comer fuera de casa, Pollo a la Kiev)

 
 
El invierno se retira lento en los límites de Siberia, por eso Katherina y Vladimir van menos abrigados para lo que suelen necesitar.
 
Katherina se casó hace muchos años con Nicolai, el hermano mayor de Vladimir, porque así lo habían decidido sus padres desde la cuna. Katherina nunca supo que a Vladimir se le rompió el corazón en aquel momento, aunque ese vacío y también anhelo que tuvo Katherina durante todo su matrimonio con Nicolai pasaba por buscar siempre los ojos de su cuñado. Su brillo indefinido en el fondo de su mirada, siempre la hacía seguir adelante.
 
Su profunda fe ortodoxa no le hubiera permitido ninguna desviación, así que Katherina nunca se permitió admitir que también amaba a Vladimir.
 
Por fin, 5 años después de la muerte de Nicolai, su hermano se atreve a poner sus sentimientos en una rosa temprana que compró a una familia de chinos gitanos que pasaba por allí. En realidad le tuvo que dar un par de rublos a la gitana vieja para evitar que le leyera la buenaventura: como buen supersticioso, no quiere tentar al destino conociéndolo por adelantado. Y como es muy agarrado y no sabe qué hacer con la rosa, decide que es el momento ya, que ya son muchos años de viudedad de Katherina, y que de hoy no pasa.
 
-Ten, Katherina-le dice arrobado y muerto de vergüenza-una flor para otra flor
 
Katherina le mira calculando si su cuñado quiere tomarla el pelo, pero a pesar de los gruesos cristales de las gafas de éste, ve de nuevo el brillo en sus ojos, y su corazón salta encabritado.
No obstante este tonto no puede pensarse que vaya a ser una mujer fácil, y sujetando su primer impulso de tomar la rosa y acercarla a su nariz, a sus labios...le dice:
 
-Anda, anda, quitaté tú de ahí
 
_________________
 
 
¿Qué os parece? Se me ocurrió al mirarles con atención cuando una amiga pelusona empezó el juego imaginando su situación. Nunca he sabido inventar la vida de alguien que veo por ahí, en el autobús, o esperando en la consulta del médico. Me da vergüenza mirar demasiado. Y además, cuanto más miras, más datos obtienes, y eso no me sirve para imaginar toda una escena, larga o corta, que con una imagen estática. Tras este ejercicio creativo he recordado aquella vez, hace ya un par o tres de años que nos recomendaron un restaurante ruso muy peculiar. Estaba en los bajos de un bloque de una gran urbanización de barrio. Su peculiaridad es que era como entrar a cenar en el comedor de Katherina, mi Katherina, la de la historia. Porque cada grupo de mesas tenían manteles diferentes, caseros, nada tipo uniformado como en el resto de la hostelería conocida. La vajilla era la de diario de tu madre, la de onditas de arcopal que tan sólo costaban 18 euros las 18 piezas, ideal para el día a día, para tener dos o tres, y que no notaras la rotura de alguno, de fácil reposición. Superado el asombro del menaje, y pelín contentos por una cerveza que nos ofrecieron en la barra mientras nos hacían pasar, con la módica graduación de 18º, pedimos la comida como solemos hacer en los restaurantes que no conocemos: pidiendo que nos recomendaran. Tomamos muchas cosas, todas muy ricas y sorprendentes. Recuerdo especialmente un fiambre de morros y orejas varios creo que de cerdo, y que me recuerda bastante a este fiambre casero de Valdomicer, y que llevo ya varias intentonas de hacerlo. Lo que pasa es que a mí, y a mis carniceros (soy obscenamente desleal entre los super y demás tiendas) apenas tienen nunca manitas, con que los cotubillos o muñecas del cerdo, imagináos.
 
 
Receta del fiambre de manitas de cerdo de Valdomicer
 
 
Mi santo recuerda con especial deleite la famosa Pechuga a la Kiev. No sé si las habrá mejores, pero puedo afirmar que conseguir una pechuga, rellena con una mantequilla al ajo y perejil, en su punto justo de cocción (en fritura) sin que quede seca, ni cruda, es muy, muy, pero muy difícil de conseguir.  Un bocado delicioso. Creo que es la comida lo que hace a un buen restaurante, y no un bonito envoltorio.
 
En bastantes ocasiones hemos hecho intención de volver allí para repetir, no encontrando el momento. Ahora parece que ya es tarde y que el restaurante ha desaparecido. Pero yo he encontrado esta receta del pollo a la Kiev y lo voy a intentar, años después de aquella curiosa experiencia, en aquel restaurante peculiar, con aquellos, seguro, Katherina y Vladimir que nos dieron tan bien de cenar, y que casi nos tumban con aquellas cervezas de 18 grados.
 
 
Aquella única experiencia allí quedará congelada en nuestra memoria como una escena, como la foto con la que abría el post, como un instante irrepetible ya, y en el que sólo quepa la recreación, la exageración, y la imaginación.
 

martes, 12 de octubre de 2010

Wok (o comer fuera de casa III)


Tengo una hermana. Sólo una. Y mi hermana tiene un marido (a partir de ahora Cuñao) que come por 5, da gusto verle tragar por lo que es el sueño de cualquier madre, de cualquier edad, ya que es de los que se lo acaban absolutamente todo, y repite sin insistirle. Eso sí, no vayáis a pensar que es un zampabollos. Tiene que ser su hora, ya que no come ni cualquier cosa, ni en cualquier momento.

Mi hermana tiene dos hija (Sobrina y Ahijada a partir de ahora). Una es mayor que mi nena, y la otra más pequeña. Las tres juntas son el trío calavera, tan capaces de jugar 4 horas seguidas juntas sin oirlas, como imposible que duerman las tres sin terminar amenazándolas de muerte por el jolgorio y los golpes. En general no comen mal, aunque como madre y tía carnal, pues las tres podrían comer mejor. Menos Sobrina, que en cuanto a cantidad hay que cuidar que no se pase.

Luego está Santo. Mi marido, que tiene un apetito tan grande, que cuando lo conocí no daba crédito. Ni a él ni al de su hermano...Yo que había crecido en casa de chicas (hermana y madre) y mi padre, que era de comer ligerito...no sabía lo que eran capaces de comer un par de adolescentes ¡señor! Las familias con hijos varones deberían tener una subvención o algo. Las cantidades de comida que se manejaban en casa de mi santo yo sólo las había visto en BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones)

Y eso que Abuela (mi madre) tiene buen diente, el mejor de mi casa, de mi casa de soltera digo. El cubo de la basura decía yo cariñosamente, porque no quedaba nada ni en su plato, ni en el de los demás, que todo nos lo rebañaba.

Todo esto...hasta que mi hermana nos presentó a Cuñado, claro. Es el ultracampeón de la familia.

¿Y por qué cuento todo esto?

Cuando nos juntamos estos 8 (con mi barriguita 8 y medio) casi siempre lo hacemos en dos sitios:
O en casa de Abuela donde aprovechamos para que nos haga casi siempre el mismo menú, porque sólo ella lo hace ciertos platos así de buenos; o en un WOK que tenemos cerca de mi casa.

Casi nunca cambiamos de sitio cuando salimos los 8 a comer fuera. Corrijo: NUNCA



Desde que les llevamos un día a probar, en cuanto podemos nos juntamos para ir allí. Y tiene su mérito, porque tanto a Hermana como a Abuela, les pilla a 50 km a cada una desde sus respectivas casas.

¿Qué tiene de especial Wok? Pues para bien o para mal, lo siguiente (las alterno):

-Que siempre tiene mucha gente, por lo que entonces todo está superfresco, y siempre reponiendo las cosas calentitas que están cocinadas.
-Que por lo mismo a veces hay que esperar cola para entrar. Pero...
-...se puede reservar mesa. Pero...
-...te puede tocar el chino que no habla muy bien, y le da tu mesa a otros, y para solucionarlo no te quiere dar una mesa que no será ocupada hasta dentro de 1/2 hora ¿¿??? ¿Por qué prefieres discutir conmigo, que estoy embarazada y hambrienta, en vez de con los que llegarán dentro de media hora, y a los que seguro podrás dar otra mesa desocupada? No es mala intención, seguro...sólo es cuestión de idioma...
-Se paga un precio único por persona, dividido en 3 categorías: Adultos, niños hasta 1,30 y menores de 1,30 (hay dos rayas en la puerta, en serio)
-Los fines de semana es ligeramente más caro, en todas sus categorías, pero...
-...los fines de semana incluyen Sushi ¡hummmmm!
-Te pones hasta las orejas, de lo que quieras, todas las veces que te apetezca, hasta reventar.
-Excepto de bebida, sólo entra una en el precio, y el resto aparte
-Las orejas de las niñas son de más fácil llenado que las adultas, así que nos sale lo comido por lo servido.
-Es ideal si te gusta la comida china, y asiática en general. Hay comida china en el buffet hecha, y también ingredientes crudos, de todo tipo (setas, hongos, verdura cortadita, calamares, pulpitos, langostinos, carne de pollo, ternera, cerdo etc) que tú eliges en las cantidades y proporciones que quieras, y te los cocinan delante de ti. Bien al wok con diferentes salsas, o bien a la plancha. Comida para todos gustos y dietas. Yo tengo debilidad por unos hongos que sólo se encuentran allí, y unos pulpitos pequeñitos que nos hacen con salsa de ajo..¡riquísimo! Sólo por eso ya merece la pena ir (y por el sushi, claro)

Las niñas disfrutan mucho con tanta variedad, aunque por ejemplo mi hija siempre acabe comiendo invariablemente un escurrido plato pequeño con 4 trozos de pechuga empanada y patatas fritas. Y un refresco. Y un helado (¿no quieres otro heladito, hija, o un flan, o unas natillas, o todo????) Mis Sobris tampoco comen mucho más. Lo mismo y tal vez unos poquitos tallarines, o una cucharadita de arroz 3 delicias y alguna croquetita. Todo en plato chico.

Así que da un poco de dolor los más de 30 euros que nos cobran por las 3 niñas (en cuanto crezcan llegará nuestra venganza jejejeje).

Hoy mi nena preguntaba en casa si la semana que viene, que nos juntaremos todos, iremos al Wok. Mi santo, muy cachondo, la dice mirando su plato en casa, aún medio lleno:

-Sí, pero practica ¿Tú sabes lo que tengo que comer en el wok para compensar lo poco que comes tú? jajajaja Y yo ya no tengo el cuerpo para esos trotes.

Y es que es verdad...mi santo ya no es lo que era a sus 17 años comiendo a dos carrillos, y aunque Cuñao y él dan un poco de vergüenza en estos buffets libres, cierto es que Cuñao es el que más se sacrifica por todos en el Wok ¡¡para que la cuenta salga equilibrada entre lo pagado y lo comido!!

Cuñao me fascina, porque en toda su grandeza (es grandísimo) y serenidad, es capaz de comerse lo de él y lo de 3 personas más, es decir, las niñas como si fueran adultas. Y cuando ya dice que está lleno, va a por el postre. Tres veces. Tres platos de diferentes postres, los tres llenos.

En el fondo este sitio de barato no tiene nada, ya que de tapas por ahí podríamos comer tal vez el doble por la mitad. Es sólo que la variedad nos pierde, y la comida china y al wok nos encanta...y casi todos son como nosotros: mesas llenas de papis, mamis, abuelas y abuelos con tíos, tías, hermanos, hermanas y sobrinos, que no te miran raro cuando le pides por décima vez a tu nena que ponga las rodillas bajo la mesa, y deje de bailar el tenedor delante de los ojos de su prima.

...Juntarse es lo mejor de todo, y también pienso que al no variar de sitios para juntarnos, estamos haciendo recuerdos entrañables e imborrables a nuestras nenas, que pronto serán cuatro...


Esta preciosidad de ilustración es de Mónica Calvo, a la que espero no importe aparecer en este pequeño blog.



¡Feliz día de la Hispanidad, y sobre todo del Pilar!
Especialmente a la Pilar más importante de mi vida.

domingo, 24 de enero de 2010

¡Actualizando! o como empezar a comer en condiciones (Y la cocina de los otros III)

No es que si no estoy yo no se coma, no. Es que ando tan liada con los exámenes en los que yo misma con mi mismo cuerpo me he metido, que no me dejan tiempo ni de relajarme con mi vicio: cocinar.




Últimamente comemos bien, quiero decir, sano y sencillo, que no tener tiempo no quiere decir que haya que comer cualquier cosa. Es que no tengo casi tiempo de cocinar largamente, como a mí me gusta, así que vamos saliendo del paso. Verdura, ensaladas, plancha, horno. Legumbres, que se hacen solas, y encima te dan para varios días (ahora ya he cogido el punto, antes hacía lentejas para un regimiento, un mes)





Desviaciones consecuencia el embarazo: me apetecen siempre legumbres, sobre todo lentejas y garbanzos. Las judías también, sobre todo pintas. Y anchoas, muchas anchoas, y boquerones en vinagre. Menos mal que los boquerones ya los congelan en todas partes y no tengo que temer el anisakis ese. A las anchoas, por si acaso, también las congelo. Compramos y metí la docena de latillas en el congelador unos días. Luego las sacas y estupendas, oye.




Antes me apetecía pescado, pero es que ahora es impresionante, así que ya esta semana hemos tocado techo: de 7 días, 6 cenamos pescado (¡¡¡en nuestra vida!!!) y la séptima no es que haya sido de carne, sino que fue variada, y entre ellas: pescado también.




Después de una agitada semana, sobre todo intelectual y emocionalmente hablando, hoy por fin, es domingo para todos. No me llega la inspiración para cacharrear hoy, lo cual, unido a que la nena ha decidido (y muy bien) que hoy hay pollo bailarín, no se habla más. Pollo y patatas fritas delicioso por otra parte 10,50 €. Sin gasto de horno, ni de limpieza, ni de pollo, ni de patatas ni de aceite. Todo incluido.




Continúo este post la serie Comer fuera de casa, que tenía muy abandonada. Creo que éste fue el primero, el de "Salamanca". Y creo que el del Sushi fue el segundo, por si alguien lo quiere recordar, no se me da bien etiquetar...




El caso es que mi suegro, que vive lejillos, afortunadamente para nosotros (no seáis mal pensados....es que vive en la playa, y visitarle casi siempre es un placer ¡ups!) estuvo aquí en esta semana. El jueves, tras un disgusto que no dejaré de contaros, salimos por fin a cenar, cuando mi apretada agenda estudiantil (¡a mis años!) empezaba a darme algo de tregua. Fuimos a un sitio de tapas que lleva un hostelero que ya conocemos de otros negocios que tuvo. A este nuevo sitio habíamos ido tres veces contadas, es cierto, desde que lo tiene, aunque eso no quiere decir que hubiéramos olvidado la excelente calidad-precio-generosidad-y buen hacer que siempre le ha caracterizado.




Hambre no es una palabra que pudiéramos utilizar para definir el estado en el que nos sentamos a la mesa. Será porque sobre todo, era hambre de G.G (glorias y guarradas) que NO habíamos estado comiendo en días y semanas pasadas, es decir: morcilla (mucha) calamares (fritos, y muchos también) butifarra, alitas, patatas a lo bien, o sea, muchas, crujientes y con salsas, y cosas más sanas como canapés gigantes de salmón, anchoas o jamón (de ese que siempre es más bueno y apetecible cuando no lo puedes comer porque estás preñada y temes a la toxoplasmosis)




Mi santo empezó a pedir, y a la mitad de nuestros deseos, nuestro "chef" nos dice que ya llevamos mucho, que nos lo trae y luego si tenemos hambre, pidamos más. Los cinco nos miramos extrañados porque en nuestra humilde opinión, no hemos empezado ni con los entrantes...pero bueno, le hacemos caso.




Resultado, el combinado gigante de butifarra, morcilla, patatas, que en verdad es gigante (pero hay que tener en consideración el anteriormente mencionado hambre de G.G.), junto con la ración de alitas, los supercanapés de anchoa, salmón y jamón (¡y eso que con estos no pude colaborar a su extinción!), la pedaaaazo de fuente de calamares y boquerones en vinagre (acompañada al lado con sus correspondientes chips) desaparece por arte de birlibirloque.







Así que, con la confianza con la que ya nos conocemos hace años, me atrevo a decirle a nuestro atónito chef ante los platos y fuentes vacías en 0,3 sg: ¡Nos has subestimado, aquí sentados los "pitu-pitu" y una embarazada, y nos ha llegado a un diente! (useasé, mi suegro, y dos de sus hijos, varones y tragones, y mi hija, pitu-pitu de apellido también, que se zampó su huevo con patatas y alitas en menos que canta un gallo)




Claro que el pobre además no sabía que mi suegro, literalmente, viene muerto de hambre: su actual pareja, que no le acompañó en este último viaje, es ultra-sana y casi vegana, y él no es que no le importe adherirse a esta dieta, al contrario (dos que duermen en un colchón...), él toma suplementos y guarrerías mil, incluido aceite de oliva y una especie de alpiste en ayunas, pero sí que cuando viene, sobre todo sin controladora de dieta....se desborda, y es que G.G una vez al año, no hace daño.




Repetimos, faltaría más, y mi suegro, para rematar su "escapada" quiere tomar rulo de cabra, pero sólo yo quise acompañarle: sus pitu-pitu no soportan por lo general el queso, y menos el que sabe "como si le chuparas la oreja a la misma cabra"(sic). Mejor para nosotros, a más tocamos.




Terminamos ambos dos poniéndonos literalmente morados por la confitura de grosella de la que venía acompañado el rulo, y una cesta de tostaditas para servirnoslo. Cierto es que a la mitad del rulo ya no hubiéramos podido más, pero la gula es la gula, y nos pusimos verdaderamente ciegos.


Es una lástima que sea un plato que tengo que hacer sólo cuando viene alguien, ya que mi santo no me acompañará jamás con él, y no voy a hacerme una loncha de rulo para mí sola, por delgadita que sea. Esto hay que compartirlo. ¿Lo habéis comido? Yo lo probé por primera vez en Asturias, y es delicioso. Os pongo una foto encontrada en la web. Es muy sencillo, se compra cortada (o si lo comes mucho, tienes el rulo grande en tu casa)o se corta una loncha gordita, se pone en una plancha caliente por un lado hasta que haga una cobertura crujiente, y luego por el otro. En nuestro caso lo tomamos acompañado de mermelada de grosella, pero en nochebuena puse un poquito junto con otros quesos y foie con una reducción de cebolla y Pedro Ximénez.






Bueno, y lo demás, si hacemos caso de mi cuerpo, pues cada vez creo estar más embarazada, aunque no por gorda: pensar en el desayuno me dá un poco de asquete, y la central lechera empieza a prepararse (menos mal que con el queso, ¡¡voy guardando reservas!!). Este martes vamos a que nos confirmen que TODO ESTÁ BIEN, Y EN MARCHA, ya que una consulta previa, en otro sitio en el que no disponen de un buen ecógrafo, no me han podido decir si hay latido ante la evidencia de que nuestro bebé, tenga una semana menos de lo previsto. En fin. Mi corazón me dice que aunque no hayamos oido el suyo, late. Cruzad los dedos. El martes vuelvo.

Un abrazo fuerte

sábado, 24 de octubre de 2009

Mi santo me hace Sushi (y tilín también)

Hace años abrieron por aquí cerca un restaurante de comida oriental (que no chino, que los tenemos trilladitos también). Los dos nos moríamos por probar sushi y similares, y para allá que nos fuimos. La verdad es que era todo tan zen que daba gusto zen-ar allí. Somos muy sencillitos los dos y huimos sin querer de los ambientes recargados, así que allí estabamos como pez en el agua (o fuera de ella y en el plato)


Sea como fuere, no nos resultó tan fácil ir allí: en nuestra vida habíamos comido Sushi, ni sabíamos como comerlo, ¡ni como pedirlo! Menos mal que nos guardamos la vergüenza en el bolsillo, declaramos abiertamente que no teníamos ni idea y que nos pusieran lo que buenamente les pareciera bien.

Nos asesoraron muy bien, explicándonos qué era cada cosa, nos pusieron una especie de degustación de la cual nos gustó absolutamente todo. Bueno, todo no. Yo probaba lo que me habían dicho que era Jengibre...y la verdad, me parecía como comer fairy en láminas, además de la sensación rarísima que me dejaba en la boca....la pobre maitre se acercó corriendo para explicarnos que eso sólo se toma un poquito entre platos, para limpiar el sabor anterior y probar el siguiente: algo así como el sorbete de champán que ponen en las bodas ¡ay lo que hace la ignorancia!


También aprendimos que el Wasabi (creo que se escribe así), una salsita verde que ponen, y que pica como mil demonios, no se come tampoco tal cual, sino que se deslíe un poquito en un vinagre especial, donde luego irás mojando levemente los trozos de sushi. Aunque algunos valientes por lo visto lo toman aplicado cual pomada directamente encima ¡pufffff!
La verdad es que eso de comer pescado crudo a la gente le puede echar un poco para atrás: no fue nuestro caso, porque realmente no había apariencia de pescado crudo, y si lo había era tan fino que era inapreciable esa condición, no así su sabor ¡excelente!

El caso es que nos gustó muchísimo, tanto que probábamos las diferentes marcas de sushi fresco que venden por ahí en bandejitas. Las hay mejores, y las hay más secas...hasta que ya por fin, mi santo encontró un estupendo pack para hacerte ¡tu propio sushi en casa! Lo venden en el Supercor, o supermercados de El Corte Inglés, y hombre, luego puedes comprar en el chino de tu barrio los ingredientes por separado, pero para empezar y situarte, por 6 euros (pescado aparte) no está nada mal.

En el pack, si mal no recuerdo, viene la esterilla para luego enrollar, láminas de alga secas, dos paquetitos de arroz especial (aunque luego con SOS se soluciona la papeleta), vinagre de arroz...y creo que nada más. Los rellenos ya los preparas tú muy finitos y con mucho amor y paciencia, tal y como hace mi santo, que se entretiene un porrón de rato seleccionando, cortando, colocando...


Una vez tenemos cocido el arroz según las instrucciones, añadimos un poco de vinagre de arroz para compactarlo y que no se despegue.





Se extiende la lámina de alga, y con los dedos húmedos se extiende para que quede moldeable, y se coloca el arroz por encima.


En un plato tendremos preparadas tiritas de pepino, zanahoria, palitos de cangrejo, salmón (crudo o ahumado), una pequeña tortillita a la francesa etc, las cuales colocaremos en una fila a lo ancho de la lámina, para posteriormente ir enrollando y compactando ayudándonos con la esterilla:


Una vez enrollado se quita la esterilla, y se corta en rodajas cual morcilla, con mucho cuidadín:
Así va quedando emplatado
En cuenquitos de salsa individuales se presenta un poquito de vinagre, donde cada uno desleirá el wasabi que desee, y donde como dije antes, se irán mojando poco a poco (y con palillos ¿¡eh!?) los diferentes trocitos, además de el jenjibre.
¡Riquísimos, y una forma diferente de comer sano y ligero, además llenan muchísimo!
Nuestro reto es aprender más formas de sushi, ya que esta no es ni mucho menos la única presentación ¡lo que se estará riendo de nosotros algún japonés si nos lee!
Pues eso: que mi santo me hace tilín...y si hay algo que me gusta más que cocinar, es comerme lo que él me cocina.
¡Que tengáis un gran finde!











viernes, 27 de marzo de 2009

La cocina de los Otros (o como comer fuera I Parte)



Mi santo no es de entretenerse en internete, eso sí, en cuanto le digo que he escrito algo nuevo en éste mi (vuestro) blog, se lo mira enseguida, y me propone nuevos temas: ¿y cuando vas a contar ésto, y cuando vas a contar aquello? Dice que se me da bien y que le gusta mucho. A la vejez viruelas, y mira tú por donde siempre nos quedan cosas con qué sorprendernos (bueno, vejez ninguna, pero parece que 17 años juntos, más de la mitad de nuestra vida, dan solera)
El caso es que, en su honor, voy a inaugurar una serie de nuestras cuitas en cocinas y comedores ajenos, que la verdad, el otro día recordándolo, nos hacía doblarnos de la risa. Por cierto, necesitaría si alguien avispadillo/lla me pudiera explicar como se hace eso de poner una palabra aquí, subrayada tan chula, que fuera enlace de otro post, blog o sitio. Burra que es una, eso sí, sinvergüenza para preguntaros y pediros ayuda.
Pues eso, que quería inaugurar mi anecdotario de comer "fuera" con un viaje a Salamanca de finde que nos hicimos años ha, puffff, novios y renovios éramos. El caso es que muy chulos nosotros nos cogimos uno de esos talones de Week-end Plan, sí, esos que desde 3000 pesetas de las de entonces, te daban una noche de hotel ¡y los había buenísimos! Claro, cuando un hotel de 4 ó 5 estrellas funcionaba con un talón tan barato, o es que era guarro, o se comía mal, o estaba en el culo de la ciudad en cuestión.
Caso 3. Nos reservamos en un Meliá por, ya digo, un talón bastante económico. En las afueras de Salamanca. Bueno, no pasa nada, llevamos el coche, venga. El hotel era comodísimo y de lujísimo. Y la primera noche, como estábamos ya cansaillos, pues vimos en el ascensor que la cena con menú de degustación era bastante asequible para que una parejita de trabajadores temporales por ETT y estudiantes además, se diera el "lujillo" de cenar más o menos de postín a un módico precio.
Allá que vamos, ea. No estamos hechos nosotros para tanto lujerío...Recuerdo que lo que comimos fue de lo más delicioso que hemos probado nunca. Yo no conocía la lechuga de hoja de roble, con ahumados, una auténtica delicia...no sé que más cenamos, bueno, bueno, eso sí, aunque nos distrajera bastante la camarera, a metro y medio de nosotros (no había nadie más), pendiente de rellenarnos la copa ¡ni que fueramos mancos!
Parecíamos dos niños vaciando el plato, no nos fueran a regañar. Y nada de hablarnos, y menos de las cosas que nos ibamos a hacer el uno al otro arriba aprovechando la juventud, la soledad, la pasión, las hormonas y la cama de dospordos ¡Pegaíta pegaíta la teníamos!
Seguro que la gente fisna puede ignorar estas cosas...a nosotros nos resultaba imposible dirigirnos la palabra, y casi ni pedirla, ¡mire, deje usté aquí la botella, que ya nos llenamos nosotros cuando sea!
Me recuerdo como Paco Martínez Soria de smoking y la boina en el bolsillo, aparentando un control que no tenía sobre como comportarse con una camarera-maitre taaaaaaaan solícita ¿querría propina?
En fin. Que por lo que se ve, no soy mujer de término medio. A los dos días, antes de irnos y paseando por Salamanca, empezamos a buscar ya un sitio donde comer. Que no fuera muy caro, claro, porque ya nos habíamos dado los correspondientes homenajes, y gastado dinerillo en llevar detalles a casa, no se fueran a pensar que habíamos estado los dos días en la habitación metidos haciendo guarreridas españolas...
Damos vueltas y más vueltas, y veo un sitio, así, como humilde con un pizarrín que pone Menú del día 250 pesetas (en la época en la que un menú corriente costaba 750 pst. y el de lujo 1200, ojo, al cambio 7 euros ¿os dais cuenta)
Ah, pues estupendo ¿no? le digo a mi marido por entonces novio. Y él recela...Demasiado barato ¿no?, ¡Anda!, le digo yo, pues si no nos gusta el menú (no lo tenían escrito en la puerta), pues nos pedimos la carta, que con este precio, lo de la carta no debe ser mucho más caro....
¡Alma de cántaro!
Entramos, y el mobiliario, te mueres...¿recordáis las mesas aquellas de nuestras madres, las de la cocina, esas de libro, con las sillas a juego que eran de tablón con chapilla forrada en marrón...u otros colores? Si las tuvieron vuestras madres (o vosotros si sois de los '50 en adelante), sabéis perfectamente a las que me refiero....creo que salen en el Cuentamé.
Bueno, es igual, porque allí, si había 10 mesas, cada una era diferente, con sus correspondientes sillas diferentes a des-juego, claro, cada una de su padre y de su madre.
Rápido nos hace la ficha ¡de arriba a abajo! un chico muy avispaillo, que no dejaba de moverse, y nos sienta ¡aquí chicos!....ni pensarnoslo nos deja.
Mi chico y yo nos miramos, y rápido viene el nen con la libreta y nos suelta:
-TEEEEEENEMOS de primero sopa o judias verdes y de segundo almóndigas o SALCHIIIIIIIICHAS con hueeeeeevo.
-Estupor máximo-momento redondo-momento kitkat. Mi cerebro procesa rápidamente....ehhhhhhhh a ver....aquí huele a sopa de avecrem que apesta, nada, nada, las judias con la pinta del sitio tienen que tener hebras hasta debajo del plato. Las almóndigas ni de blas, vamos, mi madre, siempre de hostelería me tiene dicho que las almóndigas ni olerlas que son perfectas para reciclar.
Mi santo interrumpe mis pensamientos (éstos duraron una milésima de segundo) para preguntar, con los ojos llenos de chirivitas (adora las salchichas) ¿las salchichas son de casquería?
El nen le mira de medio lao y le contesta-no, de paquete de plástico-
Vale, no me deja opción de segundo plato ¿como voy a comer salchichas de oscar mayer en un restaurante? así que....cierro mi sorprendida boca y le digo muy digna (creo que ni siquiera había soltado el bolso, lo tenía en el regazo, o sea, que imaginad, tal y como me veo yo ahora desde la distancia, tiesa como un palo, sin soltar el bolso no se lo fuera a comer la sopa de avecrem asesina, como si fuera una marquesa con la nariz arriba, como si todo oliera a mierda) pues eso, que le digo muy digna:
-Nos trae la carta por favor.
Creo que me dijo algo. Yo miraba a mi chico, que enrojece hasta los pelos, y vuelvo a mirar al nen, que definitivamente, me está perdonando la vida. Y repito:
-Nos trae la carta por favor.
Y él volvió a repetir, lo que yo no había oido una primera vez:
-No, no tenemos carta. Solo lo que os he dicho.
-Bueno, pues yo sopa y salchichas con huevos
-¿Un huevo o dos huevos?
Toma ya, económicos hasta el final....pues venga, uno, no vayamos a descompensar el presupuesto...
No os cuento el bochorno y la sopa, porque fue tan espeso uno como clara la otra....¿creeis que una sopa de sobre no puede estar mala? pues probad a echar un sobre en una cacerola con 5 litros de agua. Cuando hayan cocido los fideos, le echáis otro puñado. Y cuando los segundos estén cocidos, le volvéis a echar otro puñadito. Y si ha reducido mucho de agua, no pasa nada, le ponéis otros dos litros y listo.
Al igual que la tarta de manzana, para la historia y los restos le quedó a mi marido la muletilla, imitándome tiesa como un palo con mi bolso en el regazo y las dos manos sobre él ¿Me trae la carta por favor?
Como habréis imaginado, era un comedor que se dedicaba a llenar la tripa a la multitud de estudiantes que viven, pueblan y dan vida a Salamanca. Porque eso no es dar de comer, es llenar la tripa.
Así que ya véis, mis extremos, de hija con entrecejo de Paco Martínez Soria en el Meliá un viernes por la noche, a maxi-pija ridícula clon postural de Tamara Falcó en el comedor universitario....¡ainsssssss!