jueves, 19 de marzo de 2015

El padre y las cosquillas

Chilla y se revuelve, ríe, grita, se carcajea, vuelve a reír, suplica, ríe de nuevo histérica y casi llora. Su padre "pelea" con ella en el sofá haciéndole cosquillas. Es la niña grande con su papá, a la que con un poco de dolor y añoranza por los años pasados, tendré que irle cambiando el nombre aquí en el blog. Se está convirtiendo en una jovencita, no aún pequeña mujercita, aunque su cuerpo se empeñe ir manifestando en sus curvas la forma futura. Acaba de cumplir 11 años y sorprende la mezcla de inocencia, picardía de hermana mayor, y despertar a nuevos pensamientos ¿El pavo? Seguro. Alterna sin transición responsabilidades que desarrolla sin despeinarse ya, con niñerías alucinantes. En caliente me enfado, en frío me muero de amor. Soy una bruja con ellas, ordenando lo superficial y poniendo guía en lo demás, que por detrás va recolectando todas sus huellas infantiles porque cada día es un día menos para el vuelo. 
Las tenemos prestadas.

-¿Te gusta el regalo que te hací por el día del Padre?-pregunta la niña chica a su papá, mientras la acompaña al baño de arriba a hacer pis. El de abajo está mojado porque la niña grande, tras las cosquillas, el sofoco y el ataque de tos con flema, vomita por el pasillo hasta el baño. Podía haber sido peor. Podía haber vomitado en la primera arcada mirando hacia la librería ¿Llegaré a echar hasta ésto de menos? Dicen que sí, que incluso ésto.

-Pues claro que me gusta-dice su papá que me mira cómplice mientras vuelvo derrotada con la ropa llena de vómito para la lavadora.

-He hecho una bola gorda, la he aplastado plas plas plas y he hacido los agujeros al gusano, para poner los bolis, papá, y luego lo he pintado así así así.

Recuerdo las risas y el sofoco de hace un rato de la niña grande y recibo la inspiración para el post. Porque recuerdo los dedos retorcidos de artrosis haciéndome cosquillas a mí hasta gritar, y suplicar misericordia. Pero él no dejaba de hacerme cosquillas ¿cómo hacerlo cuando esa risa tiene caducidad? Él lo sabía. 
Lloro. 
No veo la pantalla.
Ya. 
Aquí estoy de nuevo.


Y recuerdo la sensación de la adrenalina y la risa raspando la garganta tras las batallas de cosquillas. Muy diferente de la bola que tengo en días como hoy.

¡Te quiero!



Pd. La foto no es nuestra. Es de internet.

11 comentarios:

  1. Tita, querida, qué bien sabes expresar eso tan difícil que son los sentimientos!
    Y si, te lo digo desde ya: dura muy poco. En realidad, cuando se es feliz y se quiere mucho la vida es muy breve.

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  2. Un abrazo apretao Tita. Ellos son los mejores con las niñas chicas, con las grandes, confidentes y apoyo. Eso es ná!

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  3. Me encanta visitar tu blog, siempre lleno de ternura, buenos sentimientos y creatividad

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  4. Me quedo con todo Tita; es un post redondo!
    abrazos

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  5. Esas risas que se hacen lágrimas me hacen valorar aún más lo que tengo.
    Una sonrisa agridulce, para tí

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  6. Leía tu post y recordaba el salón de mi casa hace media hora. En mi casa hay ataques de cosquillas todos los días, donde menos te lo imagines. A veces parece que los espías se han equivocado de casa y han revuelto la mía a la búsqueda del microchip. Y no puedo evitar recordar las mismas cosquillas que mi padre nos hacía a mi hermano y a mí. Mi hermano era muy cosquilloso y yo muy poco, pero había cosquillas para todos. ¡Qué poco dura lo bueno!

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  7. La vida es así, Tita. Quien ha tenido una infancia feliz, no puede dejar de sentir añoranza. Pero se es doblemente afortunado, por haber tenido esas vivencias y por tener la caja de recuerdos llena de tesoros. Eso, creemé, mitiga la pena de la ausencia.Un abrazo

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  8. Pero así es la vida, Tita. Los que hemos tenido una infancia feliz, no podemos evitar sentir añoranza. Pero somos doblemente afortunados, por haber disfrutado de esos momentos y por tener la caja de los recuerdos llena de tesoros. Eso, creemé, mitiga la pena de las ausencias. Un abrazo

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  9. Vine a conocerte y me gustó mucho tu blog. Un saludo

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  10. Vaya ritmico llevamos de post!!!
    este ma gutao!!

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Gracias por pararte a escribirme algo