miércoles, 11 de febrero de 2009

Insípida Lasaña


Que la cocina es amor y dedicación, no me cabe la menor duda. Para cocinar bien hace falta estar en buena disposición de ánimo, relajada y disfrutando de lo que se está haciendo, al menos en mi caso. Si no, nos pasará como a Tita en su "Como agua para chocolate"...se traspasarán nuestras emociones al plato. Si son buenas...las habremos expresado en nuestra obra y nos volveremos a alimentar de ellas, si no, como poco nos harán tener la sensación de una pérdida de tiempo y un regustillo de lo que sentíamos al preparar el "platillo" como decía Tita.



Me pasó con mi archifamosa y conocida Lasaña de Carne y Verdura este fin de semana. No es por tirarme flores, pero mi lasaña quita el hipo, corta la respiración y la mesa enmudece hasta rebañar todo el plato, a los de dentro y a los de fuera. Estoy orgullosa de mi lasaña. Me sube la autoestima.


La lasaña es un plato complejo que tiene muchas partes y provoca un "cacharreo" sin precedentes. Hay que preparar por un lado la carne, por otro las verduras, por otro la pasta y por otro la bechamel, y casi todo al mismo tiempo ¡o al menos ese es mi reto! Es complejo, largo y delicado, ya tengo experiencia y nunca tardo menos de una hora entera hasta meterla en el horno, gratinando en tiempo aparte, y como digo, haciéndolo todo a la vez.



La semana pasada tuve un disgusto en el trabajo que me rondó durante todo el fin de semana. Andaba disgustada, alicaída y apática; y, pese a la sensación de tranquilidad, sosiego, entrega y relajación que sentía al preparar mi lasaña terapéutica...el resultado fue el esperado. Una lasaña disgustada, alicaída y apática, como yo, insípida aún en su punto de sal...una lasaña espejo de mí.


Ingredientes para 6 personas (por capas y por partes a cocinar)

-Para una fuente grande, 12 láminas de lasaña ¡de la que se cuece! (la precocida y que se termina en el horno no me termina de convencer)

-Algo menos de medio kilo de carne picada (hay gente que la pica dos veces, a mí me gusta sólo una)

-Una cebolla grande y dos dientes de ajo

-3 paquetes pequeños de queso en polvo

-150 gramos de lacón en lonchas finas, o jamón de york

-Una berenjena grande (se puede sustituir por calabacín, o por espinacas cocidas que se mezclarán con bechamel para rellenar una de las capas)


Para la bechamel

-1 litro de leche. Si es desnatada, compensaremos las calorías de....

-...la mantequilla

-...y las dos cucharadas colmadas (medida standar de madera) de harina

-Sal


Si va a llevar berenjena, se lava bien y sin pelar, se corta en rodajas a lo largo (en tiras, vamos) y se ponen sobre una tabla salándolas y dejándolas reposar un buen rato para que suelten el agüilla amarga y nos resulte más fácil hacerlas a la plancha. Cuando hayan reposado, mojar una sarten plancha con aceite y hacerlas a la plancha hasta que queden blanditas ¡¡a fuego medio o bajo, que no se quemen!! Reservar.


Mientras pondremos la olla de agua donde coceremos la pasta de la lasaña. Cuando el agua hierva añadimos el aceite para que no se peguen, y la sal y añadimos la pasta por sitios diferentes y moviendo a menudo y con cuidado con cuchara de palo para que no se peguen unas a otras.


Empezamos a preparar el sofrito de carne. Cortar pequeñito el ajo y la cebolla y pochar, añadir la carne y aderezar con especias de nuestro gusto (comino, orégano, pimienta, nuez moscada, pero poquito) No dejar que se haga del todo, con que pierda el color rosa en su mayoría, vale (se termina en el horno) Añadir tomate frito. Reservar.


¡No olvidamos la pasta! La seguimos controlando. Si vemos que ya está blandita (sin pasarse) pero manejable, le quitamos parte del agua caliente y le añadimos con cuidado para que no se rompan un poquito de fría y reservamos ¡¡no por demasiado rato!! Hay gente que extiende las placas sobre un paño...hay que tener mucho espacio y a veces queda demasiado seca.


Empezamos a preparar la bechamel. Tiene truco pero no es difícil, sólo cansado, por eso hacen falta cantidades ingentes de amor y paciencia. Yo de todos modos siempre me preparo la batidora al lado para garantizar la ausencia de grumos (aunque de remover con el palo media hora no te lo quita nadie)


Se añade en un cazo grande o cacerola una buena cucharada de mantequilla. Cuando se empieza a derretir añadimos la harina y la sal a fuego medio y movemos muy bien para mezclarlo todo. Dicen que en el sentido contrario a las agujas del reloj no quedan grumos. Para mí mentira gorda, aunque sigo haciendolo por si las flies. De todos modos la única garantía antigrumos es una pasadita de la turmix. Bueno, seguimos dándole vueltecitas a la pasta de harina y mantequilla, doradita y veremos que hace bolitas, intentamos aplastarlas mientras se nos está calentando casi el litro de leche en el microondas. Vamos añadiendo la leche poco a poco, y ligandolo con la harina. O sea, vueltas y más vueltas, sin parar porque se empezaría a pegar en el fondo y es un aggggggco (de sabor y de limpiar, claro). Cuando uno empieza a preparar bechamel, solo puede hacer bechamel. Nada de teléfono, nada de puerta, nada de ¡mamá limpiamé el culete! Sólo bechamel.


Cuando ya tenemos añadida toda la leche, seguimos removiendo, claro, pero ya le podemos meter la turmix y darle un meneito para que ligue mejor. Grumos fuera. Deja la turmix como sea, sigue moviendo la bechamel, que no se pegue. Has de moverla mínimo hasta que cueza, pero como la leche estaba caliente, cocerá rápido, así que tendrás que seguir dándole vueltas hasta que al pasar la cuchara de palo por las paredes y la base del cazo la bechamel se desprenda haciendo fiiisssssssssssssss ¿me explico? Es la diferencia entre una pasta que sabe a harinaza básicamente, y una bechamel rica, que haya cocido el tiempo suficiente de hacer fissssssssss y desprenderse bien del cazo cuando se la retira. Esto mismo es aplicable a las croquetas, solo que para éstas hay que hacer la bechamel más espesa (3 cucharadas de palo bien llenas por cada litro de leche y añadir después del fissssssssss al actor protagonista de las croquetas y dar otras vueltecitas).


Cuando la bechamel está terminada, apartamos del fuego y añadimos un poquito a la carne, quedará de un rosita riquísimo, cremoso y suave. No poner mucho. Si también hemos cocido espinacas, las mezclamos con un poquito de bechamel para una de las capas.


Empezamos a montar la lasaña:


-Base de tomate frito

-Cubrir con placas de lasaña

-Capa de carne

-Espolvorear de queso en polvo

-Capa de placas

-Capa de bechamel

-Capa de berenjenas (o espinacas)

-Queso en polvo

-Un poquito de bechamel

-Capa de placas de pasta

-Otra capa de carne

-Extender el lacón o jamón de york encima de la carne

-Queso en polvo

-Bechamel

-Capa de placas

-De nuevo Bechamel, pero que lo cubra todo entero (si crees que te has quedado corto/a de bechamel, es preferible reservarla para cubrirla ahora al final, y renunciar a poner entre capas)

-Mucho queso en polvo o rallado especial para gratinar, aunque el polvo es el que mejor cobertura hace.


Meter en el horno y gratinar con cuidado, que ya se sabe como es el gratinador, en el minuto 5 está blanco aún, y en el 6 está negro negro negro.


Para mí el ingrediente principal sigue siendo la paciencia y la buena disposición de ánimo. Pese al trabajo empleado, mi última lasaña reflejó lo insipido de mi estado ese fin de semana.


¡No será que no os avisé! Que hay que ir bien contentos hacia la cocina.

2 comentarios:

  1. Es cierto, el estado de ánimo también se refleja a la hora de cocinar. Y es que a la cocina además de tiempo y ganas, hay que echarle un poquito de amor ; en tu caso además sal, jajaja.

    Tita, seguro que estaba buenísima.

    Por cierto el libro que citas me encantó y la película se ajusta muy bien al texto. Recomendables ambas.

    Un beso

    ResponderEliminar
  2. Uff! parece que estas describiendo la receta para una noche de pasion, eres una verdadera apasionada de la cocina, y me recuerdas a mi abuela y ami madre, su gusto por cocinar, su cocina llena de aromas deliciosos, tambien ellas pensaban que el estado de animo influia en la comida, que se transpasaba la tristeza, el dolor, las lagrimas, me gusto sobre todo el primer parrafo de lo que escribiste:


    "Que la cocina es amor y dedicación, no me cabe la menor duda. Para cocinar bien hace falta estar en buena disposición de ánimo, relajada y disfrutando de lo que se está haciendo, al menos en mi caso. Si no, nos pasará como a Tita en su "Como agua para chocolate"...se traspasarán nuestras emociones al plato. Si son buenas...las habremos expresado en nuestra obra y nos volveremos a alimentar de ellas, si no, como poco nos harán tener la sensación de una pérdida de tiempo y un regustillo de lo que sentíamos al preparar el "platillo" como decía Tita".

    Dios si lo llevo a mi cama, estas hablando del amor, los hombres y el sexo, me encanta este blog, un gran saludo.

    ResponderEliminar

Gracias por pararte a escribirme algo